martes, 30 de diciembre de 2014

Diálogos Con La Ventana X


Hola, querida amiga. Vuelvo a escribirte esperando volver a encontrarte, porque si te perdiste, ya seríamos dos.

Antes de decirte cualquier cosa, debo advertirte que pasaré frente a ti largo rato en silencio. Bueno, supongo que a eso estás ya acostumbrada, pero hoy no es como las otras veces, hoy el silencio parece serlo realmente y no sólo un montón de palabras y gritos reprimidos, hoy hay luces brillantes fuera en la calle y las miro mientras callo, hoy no me comprendas, ni me abraces, ni me hables; hoy sólo espera a que mi silencio acabe.

Como siempre, no sé exactamente a qué vine aquí, sé qué cosas me trajeron pero no sé si vaya a contarlas. Cosas le pasan a todo el que pasa por aquí, y esas cosas pasan y pasa que no sé si a las mías ya las dejé pasar o las invité a pasar a casa. Pasa entonces que terminé aquí sentada, pensando en ellas y en las mil preguntas con las que me llenaron la cabeza, y sigo sin saber si la respuesta la tengo yo o me va a tocar ponerme bonita y salir a buscarla. ¿Bonito, no? ¡Un enredo nuevo! (O el mismo, un poco más grande).

Tal vez esté haciendo una nueva tregua con mis sentimientos, pero esos bichos raros no se dejan de nadie, ni de mí que soy su dueña. Y no de ti, de ti menos lo van a hacer. Tú, la afortunada que sólo se sienta a mirarlos.

Apagaron las luces brillantes.

Podría estar horas pensando en todo lo que quiero escribir. Por ejemplo, me puedo quedar contándote que tuve una madrugada tan oscura como una cama no usada, o una tarde tan feliz como una luna de día; pero en mi criterio no confiaría mucho dadas las circunstancias previas, ya sabes, esas de caprichos y efusividades que tú conoces. Te propongo entonces lo mismo que ya hemos hecho, quedarme aquí todas esas horas, con una rara sonrisa adentro para cantarle a la felicidad disfrazada de tristeza y al desasosiego disfrazado de tranquilidad… Y bueno, tú siempre has sido una de mis mejores compañeras para cantar. Aunque siga siendo la loca que le escribe y le habla a una ventana… ¡Y que ahora va a cantar con ella!

Ay, quedan todavía muchos suspiros por suspirar. Y ya esto se acabó, así de simple como nunca fueron las cosas. Habrá que empezar a hacerles caso a los poetas que en palabras preciosas, escriben versos que uno odia porque dan cuenta de tantas verdades negadas, de tantas palabras que repite la mente para tratar de hacerlas llegar al corazón. Quedará pendiente saber si lo lograron o no.


Se acabó, ventana. Seremos las últimas en apagar las luces.

miércoles, 19 de noviembre de 2014

Remembranza Inadjetivable

Buen día. Ojalá hoy sea un buen día. Ojalá sea un día de escritos mañaneros, de sorpresas de "buenos días", ojalá la sonrisa inmediata del despertar no se borre sino hasta que el sueño la haga irse a esperar el día siguiente. Que suene un ballet contento y la vida se haga más tranquila en los segundos de una llamada.

Podría merecer cansancio este día, pero lo borraría una mirada esperada que se lleve los minutos uno a uno y se coma el día, y se coma el alma. Que se contente con nervios de esos que disparan chispas al estómago y la garganta; y se sepa por dentro, muy adentro, para no adivinarse por fuera. Sí, que sea un día como para usar un vestido rojo que rime con el corazón como riman las palabras altas con las pequeñas. Y se brille y se llore y las lágrimas se hagan letras desconocidas, frases impronunciables. Que las preguntas se hagan con papel para quedarse preguntadas en la memoria. De mesas, sillas, sonrisas y perfume.De viejos lugares conocidos, consentimientos con sentimientos conocidos. 

Ojalá haya recuerdos de este día que no se puedan nunca ir, aunque después se añoren y hagan bajar la mirada, pero que haya memoria para guardar siempre la vida de este día de vida. Que se haga tarde en el día, y se vuelva a casa cuando ya la noche haya saludado regalando su mejor luna. Aunque no haya luna, aunque no haya tiempo ni reloj para contarlo, aunque no haya llaves para abrir la puerta, aunque no haya suficientes manos para dar todas las caricias que se quieren dar.

Y que al final, se gane la carrera... Y se pueda estallar a llorar.

...

Buen día. Ojalá hoy sea un buen día.


(Al final usé el jazz para algo mejor)

lunes, 30 de junio de 2014

Cobardía

Después de mucho tiempo, llegó la contraparte, el opuesto; la cobardía. No era algo para escribir planeado, pero creo que de alguna manera, estaba destinado a aparecer. Algún día, hoy.

No hay seguridad de nada, y no sé si es un capricho de no tenerla o más bien que no me la han dado. Pero tengo como una cosita por dentro, de ver tanta gente por acá y por allá, y no saber si quiero lo que tienen, si añoro lo que tuve o si soy la más feliz del mundo con lo que tengo, aunque la respuesta me acose gritando que está muy clara, pero que yo no la dejo salir a veces, que la deje respirar más seguido. A dos pasos estoy de donde quiera estar, pero qué pasa que no camino, qué pasa que la mitad del cuerpo se va para un lado y la otra mitad para el otro.

Estoy empezando a sufrir los mismos síntomas del mismo mal, no me gusta, eso hay que decirlo, pero ¡Sí! ¡Parezco estar viviendo con él! Y le escribo como a todas las cosas que me machacan el corazón. ¡Hola! ¿Me abren? ¡Estoy tocando la puerta a este mundo de cobardes!

¿Será que sí? ¿Si tengo razones para decir estas cosas? Ay, ya ni siquiera sé, como siempre, como siempre que voy a decir algo y después aparecen palabras mejores y hasta más bonitas. Pienso sólo en lo que fue un día, en las vueltas de la vida que me han hecho escribir este título, en que puedo decir “¡qué ironía!” y no me van a comprender… Cosas que sólo un conocedor de estas letras entendería.

Y este corazón, bastante caprichoso, no quiere otra felicidad, ni otros ojos ni otras risas, y ahí si nos estamos viendo en un grave problema, les cuento, porque a veces parece convencer a la mente y termino terminando como loca gritando. ¿Y así dicen que las ausencias brillan? Pues esta la estoy viendo muy oscura.

Creo que así se llama todo esto, cobardía, como disfrazada de tristeza bien guardada, con muchas ganas pero la conciencia (más conocida en mi bajo mundo como miedo) puesta, con muchas ideas muy divertidas pero dejándolas caer por ahí con pesadumbre, con mucho por decir pero con prevención en los labios.

Porque la valentía volvió, pero ya no era tan amada como antes.



martes, 24 de junio de 2014

En El Cielo De Moscú



Amigo, no te mueras. Óyeme estas palabras que me salen ardiendo.

Casi puede oírse una banda marchando de lejos y casi puede verse el viento moviéndose al ritmo de la tristeza, las calles tan llenas y tan solas de algún pequeño pueblo de la gran Rusia, los generales yéndose y entre ellos, vos.

La mente la tengo llena de los poetas que amabas, de las palabras que de ellos salen para explicar este sentimiento mejor que yo, y decir, entre versos de sosiego, que esta tristeza se muere por estar feliz, que esta falta se va a hacer más grande y que el vacío de las historias que se quedaron sin ser contadas, lo van a llenar las que en tu nombre escribiremos, mientras estás lejos pensando que es pura tontería dedicarte tanta palabra, pero amando todas y cada una, celebrando con cervezas, bailando como el marido de la peluquera, sabiendo y sin saber bailar. Y yo celebrando acá ¿Celebrando qué? La vida y las tablas y el teatro pequeño, supongo; aún con el dolor todavía arraigado, mi corazón como arco roto de Stalingrado. Me estás haciendo y me harás siempre falta en el pensar que te voy a ver mañana y nos vamos a reír de nada importante. Adiós, hacedor de ilusiones. En esta alma rusa quedaste vos, en esta nueva y maravillosa forma de ver la vida.

Tal vez siga encontrándote en textos y en personajes ocultos que van tras la pista de tus pensamientos, y tal vez sea ahí donde vas a tener más vida que nunca, en el papel de soñador de grandes obras, de constructor de sociedades libres. En Igor, En Werner Heisenberg, En Edipo y en Filomena.

Ya, sin remedio, me hiciste a la felicidad infinita de un teatro verdadero, y me dejaste plantada en este escenario que levantaste entre diminutos sueños que la existencia te dejó hacer grandes, y no me quiero ir. Mucha mierda, y mucho teatro en el lugar donde estés.

Gracias, porque mis sueños son más grandes, porque ya sé leer, por el amor a lo clásico, por Chéjov y sus comedias, por las manos del libro de Zweig que me recuerdan a las tuyas, porque tengo una esperanza y un alma que quiere cambios en este mundo, porque vivo en una 
casa inmensa que guarda tu voz por todos lados. Gracias por ese grito de pasión estallando,



A Moscú, A Moscú, A Moscú ¡A Moscú!

lunes, 9 de junio de 2014

Algo Falta

Algo falta en estos días, estos días incompletos y cortantes. Algo no está en estas horas que suspiran anhelantes.

No encuentro lo faltante en mis ojos vidriosos, ni la cosa ausente en los pasos temerosos; pero algo falta en estos días, unos sueños, unas manos, tal vez algo de caricias o quizá sólo unos cantos.

Serán unas pequeñas palabras que acaben toda frase, un saber de esto o aquello, un tener qué hacer, una comida o quien abrace.

Y yo creo saber qué es eso que ya no me da descanso, pero lo pienso, me cercioro y lo evito con espanto ¡Ay! Qué sentimientos tengo que se ahogan en un llanto, y después en una risa y después en un quebranto.

Algo falta en estos raros días en que ya no tengo tanto, y ahora creo, evasiva, que soy yo lo que tanto falto.


lunes, 26 de mayo de 2014

Caro Amor

Quién te mira a ti, amado

Quién te ama a ti, odiado.

¿Acaso no ves la fila de ciegos que te persiguen? Que te buscan y te desbuscan y en tus primeras huellas vuelven a empezar.

Mientras tanto tú, con la cabeza alta, miras fijo al mar, esperando por fin liberarte, esperando por fin zarpar. ¡Qué fácil encontrarte, qué difícil conocerte, casi imposible olvidarte! Olvidar la vida dentro de la muerte, el siempre dentro de los jamases. Por eso es que te ahuyentan, amor de agua, porque dueles, porque la eternidad no te alcanza; por eso es que te alejan, amor de sal, porque hieres y tu vida es tan escasa.

Y ahí van todos maldiciéndote pero siguiéndote de espaldas, paso a paso, verso a verso. Amando, amándote más que a los granos de arena que pisas suicida.


He aquí mi prosa, caro amor. Por todo lo que callas, por todo lo que sufres.



domingo, 25 de mayo de 2014

Indisciplina

Escribir es cura y veneno
es separar los bravos mares,
arrastrar profundos pesares.
Pero a la vez escribir es
llorar de risa en algún sueño,
sueño de letras y rimas
que escala las más grandes cimas.
Blanco y negro cual ajedrez
eso es lo que escribir es.


miércoles, 30 de abril de 2014

Quiero escribir, y el llanto no me deja

(De Lope de Vega) 


Quiero escribir, y el llanto no me deja,
pruebo a llorar, y no descanso tanto,
vuelvo a tomar la pluma, y vuelve el llanto,
todo me impide el bien, todo me aqueja.

Si el llanto dura, el alma se me queja,
si el escribir, mis ojos, y si en tanto
por muerte o por consuelo me levanto
de entrambos la esperanza se me aleja.

Ve blanco al fin, papel, y a quien penetra
el centro deste pecho que enciende
le di (si en tanto bien pudieres verte),

que haga de mis lágrimas la letra,
pues ya que no lo siente, bien entiende,
que cuanto escribo y lloro, todo es muerte.

jueves, 27 de febrero de 2014

Señorita

He escuchado ya muchas cosas que han sido dichas, he visto lágrimas que prometen ser de felicidad, he visto gestos de queja más grandes que el dolor mismo que los causa y todo esto de su cara, señorita, de su cara mientras dice que su vida vive ahora un rumbo que nunca tuvo, un rumbo definitivo, no tentativo, positivo, no pasivo... Con pesar (auténtico pesar ¡que no se vaya a pensar que miento!) el adjetivo de hipócrita también le vendría bien, y eso sólo porque ha sido usted la que lo ha mostrado así. Del interés no sólo se habla ¡Eso es también una cosa que se demuestra!

Blasona de su experiencia, estudios y recorridos; pero entre niñerías y mimos, más parece su estatura un extraño fenómeno de altura (¡Y ya!).
Será por esos delirios, que francamente no sé llamarlos de otra manera, que los consejos a sus oídos llegan con tanta pesadez, como si dárselos fuera cierta clase de delito. Son para usted un mal necesario, aunque le cueste, pero en este punto no estamos ya para dar más correcciones, el silencio le ha ganado la pelea a las desesperaciones. Qué más da, si al fin y al cabo, señorita, ya usted se las sabe todas, sólo no se confíe, que para inmaculadas está La Virgen.

Señorita de las transparentes... personalidades, permítame decirle que son un dolor de cabeza sus necedades, y que poco creo ya en sus enfermedades. Usted que camina sola, agacha la cabeza cuando se le quiere mirar ¡pero eso sí! la deja bien alta cuando prefiero ver una bandada de pájaros antes que a sus inmodestas cejas alzadas.

Pero dejemos de hablar de lo que me hace usted a mí, al fin y al cabo quién soy yo más que una igual, pero creo, y diciéndolo con todo respeto, que a quienes debe usted respeto guardan ganas de dejar su irrespeto por el piso. No ha sido secreto que se molesta usted por completo cuando con razones justas le hablan, pero sepa que los regaños no se hablan a dueto, las discusiones no son siempre un reto y que, aunque yo ahí no me meto,  sus respuestas dan ganas del mascadero voltearle, como lo diría mi abuela muy concreto.  Diriale yo que deje usted misma de meterse en aprietos, y si ya dijo “me comprometo”, trate de citar también la palabra “coherencia”.

Ahora no sólo me preocupo por usted sino por mí, porque ¿qué hago yo si cada día puedo ver menos de su ser? Sin mencionar que no quiero llegar a hablar en sus palabras, pero sus deliciosas miradas cada vez me hacen la cuestión más difícil. La triste realidad es que no necesito tener más de sus actitudes para sentirme como me siento, hastiada, fastidiada, incomodada y cómo no, frenada; y mis planes son muchos, pero todos sin hastiarme, fastidiarme, incomodarme y mucho menos frenarme.



Yo no quería que la situación llegara a estos extremos, pero debo decir con honestidad de sobra que, señorita, poco la aguanto.