lunes, 8 de febrero de 2021

Sucesión de momentos en la penumbra

A la taza vacía todavía le queda un sorbo. Uno que se evaporó haciendo susurros de danza en el aire. Le canta al cuerpo tumbado a su lado en medio de la verdad y la ficción. 

Luz minúscula. Pides asilo a la noche. Cuarto de luna en plena madrugada. Desafiando a la oscuridad. Desafiando la gravedad. 


El silencio habla y también escucha: Olas por las mejillas, olas por los labios, olas por las manos. Olas que llegan hasta la playa desierta de la palma de mis manos. Embarcaciones de viento que encallan en la línea de la vida. 


Mar adentro, la filosa calidad de una lágrima saliendo del pecho abierto ¿Qué hay dentro de un pecho? Aristas, azulinas, trebejos, rostros de mármol con puntas quebradas, la fragilidad a cielo abierto. Tuercas, cercas caídas. Rosas, palabras creídas. Mundos y universos que laten pecho adentro, pecho adentro. Una puerta que no se puede tocar. 


A la taza vacía todavía le queda un sorbo. A los dedos ajados, ganas de escribir. 

domingo, 12 de abril de 2020

Diálogos Con La Ventana XV


No sé muy bien a dónde van estas palabras. Irán, seguramente, al mismo sitio al que llegan esas que pienso y no digo, que prefiero tragarme cuando están en la punta de la lengua. Esas que unas veces el amor y otras el miedo (creo que hoy ya son lo mismo) me hacen devolver para adentro apretando fuerte los labios.





Ladran, ventana. Ni afuera ni adentro parezco poder encontrarme con la soledad. Parece que está en las escaleras mientras yo estoy en el balcón, y va a ver los garajes cuando yo me acerco a ti.








En el tumulto de los húsares de Momo…
Es difícil por ratos, por instantes, por eternidades; ver lo que se tiene cerca

Encandilado por las luces de otro barrio….

Los ojos se abren a ver rápidamente el horizonte y pareciera, sólo pareciera, que temen bajar un poco para contemplar lo más cercano.

Aquel murguista saludando con su gorro, se despedía como siempre del tablado

Es a veces tanto el peso de la cruz que carga el ser humano que cree que es el suyo propio y termina acostumbrándose a llevarlo sin pararse a pensar que puede librarse de él.



Entre la nube de pintados chiquilines, vio la sonrisa que le enviaba una princesa

Una historia de amor puede existir en la mitad de un parpadeo. Y ahí, sobre las córneas, puede volverse eterna.

Entre los rostros de gastados colorines, dudó si era para él la gentileza, y por si acaso dedicó una reverencia a la muchacha que en la noche se quedaba

¡Ah! Es que el amor puede aparecer sobre un plato de sopa, bajo una cobija o escrito en un papel.

En el momento de partir la bañadera, volando un beso se posaba en su ventana

Es tan ligero que se amolda y se mete por las esquinas, se alarga y se reduce al silencio haciéndose a sí mismo; tan impredecible que fácilmente se puede dudar de haberlo tenido en las manos, aunque sean estas una superficie tan apetecida por el amor para acurrucarse. Está y se efectúa sin orden ni concierto.



Y paso a paso, la ansiedad lo malhería

Cuántas veces se pasa por una misma calle.

Quedaba poco del nocturno itinerario.

Cuántas veces se le mete a la mente el mismo recuerdo.

Uno tras otro los cuplés se sucedían.

Cuántas veces se lustran en el corazón los bordes de las fracturas.

Se retiraban del último escenario.



¿Por qué nunca se lleva la cuenta de estas cosas? Nos vamos yendo y yendo y no se sabe si se es un alma bañada cada día o una sombra de los días felices esperando a repetirse, una tranquilidad enseñada a tranquilizarse con placeres y versos, o un miedo litigante que aprendió a instalarse. Será acaso que el cuerpo camina porque aprendió de pequeño y ahora no lo necesita tanto, sólo se es un par de piernas yendo adelante. O aprendimos a ser felices y encontramos la fórmula mágica para vivir así, sonriendo.

Tiró el disfraz en el respaldo del asiento

¿Hablar? No hay mucho de que hablar, el diccionario está seco y la mente, a decir verdad, un poco perdida.

Borró los restos de pintura con su mano

Pasos en redondo encima del mismo sentimiento que está plantado adentro. En el espejo se ve lo mismo sin percibir que hay alguien nuevo ahí cada mañana. Un baldado de agua fría a veces despierta a la vida, pero hace días que eso no pasa.

Volando un tacho lo llevaba contra el viento

Y cuando menos se le espera…

La vio justito…

Hay una palabra tocándole la puerta a los labios.

…a la salida del tablado.

Qué hacer

¿Cómo te va?

Dejarla salir o no dejarla salir

Dijo el murguista a la muchacha

Pues siempre hay que hacerle caso al corazón ¿no?

Que lo cortó con su mirada indiferente

Y después qué

Le dijo -bien- y lo dejó como si nada.

Las palabras impulsivas parecen conquistar el reino del silencio.

Y nuevamente…

El miedo disfrazado de silencio

La princesa

¿Sí será que vale la pena decirlas?

Se perdía entre la gente.



¿Sí es posible ver si la decepción todavía nubla los ojos? Su venda es tan fuerte que amarra los montones de sentimientos que el corazón arma en forma de palabras ¿Qué somos ahora? ¿Entes del encuentro con nosotros mismos? Nos vemos de lejos y no hacemos parte del mismo tiempo. Somos encierros abiertos en nuestros propios caminos ¿Habrá salida del laberinto de este tiempo? No se puede preguntar algo sin quedar con más preguntas después. Tanto pensar, tanto dar vueltas, tanto dudar, ir y venir entre el sí y el no. Buscar algo nuevo para hacer cada día para que la mente se distraiga de lo que quiere decir y piensa que no es prudente hacerlo, jugar con el día para olvidar el bochorno de las conquistas al reino azul del silencio, de las palabras no correspondidas.

Todo volverá a ponerse donde debe ir cuando los pies que caminan estas baldosas vuelvan a pararse en un escenario. Se van a prender las luces, se van a tocar timbres y la vida, en otras vidas, va a tener sentido, va a buscarse en las preguntas de otras vidas y podrá olvidarse de las suyas. Los calores que ahora tienen frío volverán a calentarse. Un salón entero se quedará en silencio, y en un sigilo tan poderoso ¡va a escucharse la vida clamando por salir en forma de arte! Y los dolores del alma encontrarán otro camino para curarse. Hasta ese día, habrá que bailar cojeando o como sea que se pueda. Hasta ese día ¡bailar!

Que no se apague nunca el eco de los bombos

¿A cuánto se cobra ese amor aparecido sobre los ojos? ¿A cuánto el tiempo que dura para que perdure?

Que no se lleven los muñecos del tablado

¡Ay! Me puedo quedar a vivir en la risa que me sale cuando suena el tambor.

Quiero vivir en el reinado del dios Momo

¡Quiero vivir en el reinado del dios Momo!

Quiero ser húsar de su ejército endiablado

Nacer de la noche y en oscura hermosidad llegar al día.

Que no se apaguen las bombitas amarillas.

¿No son las palabras tan peligrosas como hermosas?

Que no se vaya nunca más la retirada.

¿No es muy fácil amar la vida cuando se baila?

Quiero cantarle una canción a Colombina, una canción. Quiero llevarme…

¿No es muy fácil amar?

…su sonrisa dibujada.




Lailarailarailailarailá. Lailarailarailalá.

jueves, 20 de junio de 2019

Sin título


Cuánto sentido le quita el presente al pasado. El presente sigiloso va y le arrebata palabras a los recuerdos en las noches cuando están dormidos y los pobres desesperados al día siguiente corren y se chocan contra las paredes porque ya no las encuentran, a las palabras que los hicieron ser. Así que ya no saben ser, ya no saben cómo provocar suspiros completos sino interrumpidos y no vislumbran el camino para estirar los labios y hacerlos sonreír, ahora saben perfectamente cómo activar la luz de la duda… Y ése no era el trabajo que los recuerdos tenían que hacer.

Pero es que poco a poco no se trata de ellos, que quedarán tan intactos como puedan en una caja con cinta resistente, ya se trata del presente que ataca con sus imágenes a este cuerpo que aún trata de mantenerse en pie. No entienden mis rodillas el presente, no pueden pronunciar mis labios las palabras prudentes y no entiende mi estómago la elección que haces hoy. Viendo el sol que ilumina las decisiones hoy tomadas se queda mi pecho pensando por qué.

Ellos se la pasan revolcándose y moviéndose de un lado para otro, pero mis ojos… Mis ojos sólo pueden quedarse quietos en el asombro. Mis ojos quisieran arrancarse la posibilidad de leer y encontrarme en pocas palabras. Porque cuando lo hicieron parecieron haberle mandado una orden al cuerpo entero para que se desmoronara ¡y mis manos que estaban tratando de armarlo con tanto cuidado! Ellas ahora tienen sus dedos crispados de impotencia por sus horas de trabajo que cayeron al piso. Mis extremidades están en el piso desde el día en que mis ojos me leyeron donde creí que iba a encontrarme con lo que fui y…  Y me leyeron. Y leyeron arriba también. Y los años se les vinieron encima en una fuga de agua y las manos, como están fracturadas, no han podido cerrar la llave desde ese día.

¿Se puede en el presente olvidar lo que uno aprendió en el pasado? ¡Quién regalara a mi cerebro el dulce placer de no saber leer! Y, si no fuera mucho atrevimiento, que tampoco pudiera ver. Para que no vea los pies que hoy van al lado de los pies que los míos buscaban y empiecen las preguntas a hacerse solas. Que pudiera pasarme las horas que mi cabello quiera peinándose, mis labios enrojeciéndose y mi cuerpo vistiéndose al ritmo de mi alma que siente que va a la gala de su máximo éxtasis, pero que una vez allí pueda escucharlo todo pero no ver nada, para no desencontrarse. Para que el corazón que latió rápido, emocionado y con ansias, no se parara de repente en el borde de una letra. A m a d a. C o m o s i e m p r e. Y en el no entender qué era lo que yo había sido, el infarto arremetió.

Y pudieron mis piernas acompañar el camino por tantos años, y pude querer conocer cada nuevo repertorio, pudieron mis venas sentir que corría por ellas la misma pasión y pudieron mis sueños volar hasta pararse al lado de otros sueños cantantes, pudieron mis oídos escuchar cada frustración y cada satisfacción y frustrarse y alegrarse ellos también, pude anhelar saberlo todo de arias y partituras, pude soñar con el momento final para estar parada a tu lado, pudo mi amor querer acompañarte siempre y mostrarte formas que aún no se han inventado… Pero esas palabras se fueron a otro lugar distinto al mío.

Cuánto sentido le quita el presente al pasado. A más horas que pasan, menos entiendo todo esto yo.






lunes, 27 de mayo de 2019

Rojo.


Así que se puede. Se puede actuar como si nada pasara y seguir sosteniendo una mano sin firmeza pero sin desgano; mantener el agarre que conecta a las huellas con los latidos del corazón y lo hace ir más rápido ¿Acaso no sabes que si las palpitaciones son tan rápidas el aire empieza a faltar y la muerte a entrar? ¿Acaso no sabes que si una de las dos manos es la que hace más fuerza el músculo sólo se tensiona y se cansa? Ahora pienso que sí se puede. Sí se puede ir de la mano con quien sigilosa pero tan conscientemente deja entrar la muerte.

Y dejando entrar la muerte por el espacio entre tus dedos flojos, no te contentabas con mi agarre; y dejándome caminar sobre baldosas de humo, cuestionabas mi omisión ¡Ja! ¡La mía! No podría ser más grande una muestra de cinismo e ironía.

¡Me dejaste caminar por ahí! ¡Me dejaste cuando dijiste que ibas a cuidarme!

Y yo hacía monerías sólo para escuchar tu aliento y yo te entregaba mis oídos, te los dejaba y te los ofrecía y tus palabras llegaban a otros tímpanos, y yo te bailaba y no te encontraba ¿Qué pasaba? ¿Te entretenías con lo que detrás de mí estaba? ¡¿Por qué no me hiciste a un lado y caminaste hacia allá entonces?! ¡¿Por qué (Dios mío, si pudiera empezar a entenderlo) necesitaste TANTO tiempo para hacerlo?! Por qué esperaste a tocar todos mis rincones. Una necesidad irracional con máscara de esperanza. Y toda me la creí aunque fuera dentro de las sombras, aunque las manos juntas no pudieran ver la luz y al mismo tiempo viera yo orgullo en tu cara, aunque nunca fuera posible gritar amor al mundo. Y toda me la creí porque algún día llegaría, se acabarían los agites, para mí fue tan fácil entender que podíamos ser sin escondites. Pero me convencí de que no, de que era difícil y que había que esperar. Sola en las noches soñé que pasaría. Ahora veo, no esperábamos el mismo día.

Así que a mi mano presta a agarrarte decidiste jugarle, así que a mi mano acariciadora decidiste tocarla con otros olores. Y todo eso con buenas promesas y alegría. No podría ser más grande una muestra de cinismo e ironía.

Me mandaste a caminar sobre nubes que se deshacían al contacto con mis pies, y apenas termino de caer de lo alto que fui capaz de dejarme llevar. Aquí abajo no me quiero sentar en los mismos lugares. No quiero dirigir mi mirada a los mismos parajes. No quiero caminar por allí cerca. No quiero leer las mismas letras con palabras descuidadas e impulsivas. No quiero creer en los cuentos de futuro. No quiero esperar una foto que no llega.

Lo que quiero es dejar de escribir esto con furia para que no sufran más mis dedos. Pero no puedo.

Cuánto desagrado.

Déjame ir o me suelto. Necesito mi mano tomada con orgullo y no con sombras ¡malditas sombras que me acompañaron tanto tiempo! Déjame ir o me suelto de un golpe aunque me lastime, heridas me sobran. Sueño con ir a donde caminar a mi lado es un placer, mi sonrisa junto a otra es una obra de arte digna de ser vista y luchar por mí es un acto digno de ser cometido.

Y ahora tan fácil es ver la luz en otro lado. Después de que en mi sitio te dejé fósforos, lámparas, faroles y lucecitas cargadas con toda mi esperanza, mis sonrisas que podían brillar por sí solas si las frotabas. Y ahora sí eres capaz de salir a la luz, cuando no estoy parada en tus días. No podría ser más grande una muestra de cinismo e ironía.

¡Mi piel blanca podría soportar la luz! ¡Lo juro!... Casi puedo escucharme gritándote con patadas de ahogado, silenciosa queriendo amorosamente armarme de paciencia mientras estabas lejos contando al mundo historias en las que yo no estaba y yo llenándolas de comprensión confusa (ingenuidad ingenua) mientras a través de la pared escuchaba.

Así que a mis entrañas aún esperanzadas decidiste meterlas en agua caliente. Buenas noticias: Las quemaste. Y tu color en ellas ahora es sólo rojo.

Que se cierre este círculo que el último tramo fue cuesta arriba y tuve que hacerlo sola, sola, sola. Ya no tengo aire, ya ni siquiera sé si tengo pulmones, tengo que buscarlos como tantas cosas que ya no siento adentro y que, francamente, no creo que vaya a encontrar.


...





¿Acaso no fue claro que fue amor? ¿Acaso no entendiste que fue amor puro lo que te quise dar?




jueves, 21 de febrero de 2019

Benavente. Obras completas. IX.

Un reguero de preguntas, unas lágrimas desordenadas al aire y una mirada perdida para adentro en los pasados.

Se me perdió el tiempo y hoy lo necesito tanto ¡Tengo tanta necesidad de encontrarme en él! Perdí la cuenta de la cercanía, desdibujé las distancias. Yo, solamente aquí y tú, a veces ahí ¿Sirvió entonces de algo perder la cuenta? Hallando sólo sombras en las manecillas del reloj y huellas difusas en el calendario, cómo no dudar de las palabras, dudar de la fuerza. Cómo no quedarse caído al fondo de sí mismo preguntándose, otra vez, qué fue lo que no fui capaz de hacer. Por qué no logré, siendo todo de mí, serlo todo fuera de mí.

Faltaba una pieza: El no-enamoramiento llamador, el resentimiento y el vicio de la pelea marital que nunca se dejó.

Y yo, reposando todas las explicaciones en la confianza. La confianza convertida en ingenuidad ingenua, que ha sido tan ciega que no se le puede dar otro adjetivo más que sí misma para explicar su tamaño desproporcionado.

Silencio. Omisión frente a mis manos cargando un retazo de futuro, un algo que desde antes de nacer se resistía al olvido.

Enciende, apaga, enciende, apaga.

¿Así que es cuestión de conectarse y desconectarse? ¿Se puede estar cerca de unos labios si se está desconectado por un ratito de otros? ¿Son la desconexión y los besos ajenos directamente proporcionales?

Volver y volver y volver a lo que no se ama.
Y volver y volver y volver a lo que se ama.
Qué cosa más complicada.
Qué cosa tan inentendible y dudosa que la elección de hoy sea la primera opción.

¿Cuánta credibilidad puede dársele a lo que no enamora pero se queda? ¿Cuánta credibilidad cuando lo que no enamora se dejó parado por tantas noches que vieron salir el sol al lado de que lo sí?
Y no se dejó ir.
Y se quedó ahí.
Y se peleó y se aferró ahí.
Ahí.
Ahora mismo ahí… Al lado de lo que sí.

Qué tortura más grande puede haber que saberse acompañado de una presencia desconocida, latente e invisible por tanto tiempo.
Ser tan conocido por ella. Ser observado sin percatarse. Existir sólo con ella en medio. Y no tener idea, no saberlo.

Y aún después de esta locura e intensidad nuestra, de los ojos leídos sin lupa y las yemas de los dedos vibrando a oscuras, hela ahí.
Por favor no digas que esto va más allá de asumir cosas que no son. Se asume lo que está claro, lo que ha pasado y brilla bajo el sol: pudiste volver después de aparecer yo. ¿Así que mi consuelo es que volviste?

¿Así que mi consuelo es que tuviste que sentir que querías regresar a puerto después de haber zarpado en otro mar? ¿Tenías que volver a unos brazos viciosos para saber que querías los míos?

Cómo no va a ser un error haber dejado ir al tiempo.

¿De verdad? ¿De verdad decides ir a quien te habla de lo que no mereces en vez de lo que el mundo tiene para darte? ¿A quien te habla de lo malo que eres y no de lo admirable? ¿A quien se dedica a decirte lo que no le gusta de ti en vez de verte lleno de luz cuando tú sientes que no la tienes? No vengas a mí, ya no hay caso, pero no lo hagas a quien decide oscurecer tu sol temprano en el ocaso.

Y la felicidad que parece hecha para ti y tú que eres tan dueño de ella sin verlo a veces. Tú, inspirándola cuando mueves al aire con tus palabras; tú, haciéndola danzar alrededor de tus pasiones; tú, embobándola con tu perfume;
a tu merced;
resucitando sus sombras…
Tú, callado y sin verlo en tus esquinas.

Tú, arquitecto de ilusiones, deja de buscar consuelo en lo que te trae sinsabores.

Si no tienes la felicidad, entonces que lo que dejes entrar a tu vida o elijas mantener, sea porque puede dártela. De lo contrario, no sirve.

Silencio. Hubo silencio.

Y terminé con mis espacios atiborrados de preguntas (incontestables) cuando sólo quise haberlos tenido llenos de amor. Qué lástima, en verdad, qué jodido es el dolor.

Mis partes desbaratadas no tienen cómo juntarse. Ya no. No será este el puerto en que lleguen a ensamblarse. Tantas despedidas en que dejé tus lunares guardados por si acaso, y ahora con un soplo silencioso los lanzo a la luna para que se vayan y jueguen y hagan una constelación. Donde quieran. En el cielo o en tu cuello, que son lo mismo.




Escrito el dos antes del veintiuno de un año que jamás olvidaré.

domingo, 25 de febrero de 2018

No

NO debería estar prohibido.

Debería estar prohibido cuando con mis ojos ilusionados te insinúo que quiero tenerte. 

Debería dejar de existir cuando tiro a la basura el reloj y quiero regalarte a ti uno sin número ni hora para que ni se te ocurra verla en las mañanas.

NO debería ser ilegal en tus labios. Y la pena por decirlo deberían ser mis besos.

No debería aparecer NO cuando te invito a estar conmigo aún con la voz cansada y el corazón latiendo con pesadumbre.

Debería ser pecado y estar vetado en los diez mandamientos. Justo después de haber aparecido del primero al décimo.

Debería estar prohibido cuando yo lo digo con miedo y tú tan sereno. Terminantemente prohibido cuando yo creo que no está bien decirlo y en tu voz suena tu normal.

NO debería ser una falta de ortografía. Su correcto uso gramático debería ser aplicable si y sólo si es para usarlo en frases tales como “No separarnos”, “No poder esperar para vernos”, “No soportar la ropa en nuestros cuerpos” y todas sus derivadas.

Yo no debería dudar del NO cuando tú lo dices tan seguro. No debería yo tardar segundos en decirlo y tú hacerlo tan rápido.



NO no es malo, sólo es jodidamente jodido. Y aparece en tu boca cuando menos lo necesito. Cuando con sus solas dos letras apuñala mi corazón más de lo que algún poeta maldito pudo haber escrito.






24 febrero 2018

Que Se Lleve El Mar Lo Que El Tiempo No Pudo


¿Qué pasa cuando la cinta que sostiene la quebradura se gasta? No pido nada, sólo una cinta más fuerte, o un corazón más valiente.

O una cama que me deje dormir, que no sepa a asfixia y a sal. Una en la que yo no tenga ganas de abrazar. Estas ganas de abrazar que abrazan al viento. Esta cabeza que se recuesta en el vacío pecho de la noche. Y los brazos de mis brazos lejos, entre risas que no son mías. La cinta se había quedado ahí resguardando el tormento intenso de mi corazón, hasta hoy que el mismo temporal ha vuelto a ganarle a la razón.

El cielo inmenso ha aliádose con mis miedos. Me demuestra que soy una pizca más de arena, sin nombre, sin tiempo. No soy más grande de lo que fui aquella vez. Tal vez no esté preparada para el olvido como creí estarlo y la pesadez de las piernas, la vista perdida, la falta de aire sigan estando. ¿No podrían las olas traer consigo el olvido? ¿No podrían ellas traer el aire que me está faltando y la tranquilidad de haber olvidado? Me engañan. Lo traen en forma de agua y cuando intento atraparlo se lo llevan entre los dedos de mis pies... Y sólo me dejan el cansancio de perseguir lo que tengo tan lejos.

Sola con el agua salada, la mía y la del mar ¿Quién podría decirme cómo hacer para amar? Porque yo he creído saberlo y ahora estoy perdida en mis propios intentos. Nadie ha atendido hoy al teléfono y nadie verá a mi noche convertirse en un ir y venir de pensamientos melancólicos, pasados y pesados. Tan de antes y tan de ahora.

Tal vez sea hora de que la soledad, que tiene miedo de estar sola, busque su día fuera de los míos que son tan impacientes. O que hagan una tregua, y vivamos ella y yo juntas, tranquilas. Que dejemos día tras día de decirnos adiós y volvamos a querernos como otrora fue tan fácil hacerlo. Y yo aquí pensado en una voz y un consuelo distintos a los de ella. No. No hay más. No hay (su) voz, no hay (su) consuelo. Qué pena. Este, no hay duda, es mi tiempo de condena y son los brazos de soledad los que me esperan.

...O que acaben mis ideas en el último trazo de mis letras, y allí vivan y allí mueran.


La valentía, maldita valentía, ha vuelto a acobardarse. Que se lleve el mar lo que el tiempo no pudo llevarse.