domingo, 12 de abril de 2020

Diálogos Con La Ventana XV


No sé muy bien a dónde van estas palabras. Irán, seguramente, al mismo sitio al que llegan esas que pienso y no digo, que prefiero tragarme cuando están en la punta de la lengua. Esas que unas veces el amor y otras el miedo (creo que hoy ya son lo mismo) me hacen devolver para adentro apretando fuerte los labios.





Ladran, ventana. Ni afuera ni adentro parezco poder encontrarme con la soledad. Parece que está en las escaleras mientras yo estoy en el balcón, y va a ver los garajes cuando yo me acerco a ti.








En el tumulto de los húsares de Momo…
Es difícil por ratos, por instantes, por eternidades; ver lo que se tiene cerca

Encandilado por las luces de otro barrio….

Los ojos se abren a ver rápidamente el horizonte y pareciera, sólo pareciera, que temen bajar un poco para contemplar lo más cercano.

Aquel murguista saludando con su gorro, se despedía como siempre del tablado

Es a veces tanto el peso de la cruz que carga el ser humano que cree que es el suyo propio y termina acostumbrándose a llevarlo sin pararse a pensar que puede librarse de él.



Entre la nube de pintados chiquilines, vio la sonrisa que le enviaba una princesa

Una historia de amor puede existir en la mitad de un parpadeo. Y ahí, sobre las córneas, puede volverse eterna.

Entre los rostros de gastados colorines, dudó si era para él la gentileza, y por si acaso dedicó una reverencia a la muchacha que en la noche se quedaba

¡Ah! Es que el amor puede aparecer sobre un plato de sopa, bajo una cobija o escrito en un papel.

En el momento de partir la bañadera, volando un beso se posaba en su ventana

Es tan ligero que se amolda y se mete por las esquinas, se alarga y se reduce al silencio haciéndose a sí mismo; tan impredecible que fácilmente se puede dudar de haberlo tenido en las manos, aunque sean estas una superficie tan apetecida por el amor para acurrucarse. Está y se efectúa sin orden ni concierto.



Y paso a paso, la ansiedad lo malhería

Cuántas veces se pasa por una misma calle.

Quedaba poco del nocturno itinerario.

Cuántas veces se le mete a la mente el mismo recuerdo.

Uno tras otro los cuplés se sucedían.

Cuántas veces se lustran en el corazón los bordes de las fracturas.

Se retiraban del último escenario.



¿Por qué nunca se lleva la cuenta de estas cosas? Nos vamos yendo y yendo y no se sabe si se es un alma bañada cada día o una sombra de los días felices esperando a repetirse, una tranquilidad enseñada a tranquilizarse con placeres y versos, o un miedo litigante que aprendió a instalarse. Será acaso que el cuerpo camina porque aprendió de pequeño y ahora no lo necesita tanto, sólo se es un par de piernas yendo adelante. O aprendimos a ser felices y encontramos la fórmula mágica para vivir así, sonriendo.

Tiró el disfraz en el respaldo del asiento

¿Hablar? No hay mucho de que hablar, el diccionario está seco y la mente, a decir verdad, un poco perdida.

Borró los restos de pintura con su mano

Pasos en redondo encima del mismo sentimiento que está plantado adentro. En el espejo se ve lo mismo sin percibir que hay alguien nuevo ahí cada mañana. Un baldado de agua fría a veces despierta a la vida, pero hace días que eso no pasa.

Volando un tacho lo llevaba contra el viento

Y cuando menos se le espera…

La vio justito…

Hay una palabra tocándole la puerta a los labios.

…a la salida del tablado.

Qué hacer

¿Cómo te va?

Dejarla salir o no dejarla salir

Dijo el murguista a la muchacha

Pues siempre hay que hacerle caso al corazón ¿no?

Que lo cortó con su mirada indiferente

Y después qué

Le dijo -bien- y lo dejó como si nada.

Las palabras impulsivas parecen conquistar el reino del silencio.

Y nuevamente…

El miedo disfrazado de silencio

La princesa

¿Sí será que vale la pena decirlas?

Se perdía entre la gente.



¿Sí es posible ver si la decepción todavía nubla los ojos? Su venda es tan fuerte que amarra los montones de sentimientos que el corazón arma en forma de palabras ¿Qué somos ahora? ¿Entes del encuentro con nosotros mismos? Nos vemos de lejos y no hacemos parte del mismo tiempo. Somos encierros abiertos en nuestros propios caminos ¿Habrá salida del laberinto de este tiempo? No se puede preguntar algo sin quedar con más preguntas después. Tanto pensar, tanto dar vueltas, tanto dudar, ir y venir entre el sí y el no. Buscar algo nuevo para hacer cada día para que la mente se distraiga de lo que quiere decir y piensa que no es prudente hacerlo, jugar con el día para olvidar el bochorno de las conquistas al reino azul del silencio, de las palabras no correspondidas.

Todo volverá a ponerse donde debe ir cuando los pies que caminan estas baldosas vuelvan a pararse en un escenario. Se van a prender las luces, se van a tocar timbres y la vida, en otras vidas, va a tener sentido, va a buscarse en las preguntas de otras vidas y podrá olvidarse de las suyas. Los calores que ahora tienen frío volverán a calentarse. Un salón entero se quedará en silencio, y en un sigilo tan poderoso ¡va a escucharse la vida clamando por salir en forma de arte! Y los dolores del alma encontrarán otro camino para curarse. Hasta ese día, habrá que bailar cojeando o como sea que se pueda. Hasta ese día ¡bailar!

Que no se apague nunca el eco de los bombos

¿A cuánto se cobra ese amor aparecido sobre los ojos? ¿A cuánto el tiempo que dura para que perdure?

Que no se lleven los muñecos del tablado

¡Ay! Me puedo quedar a vivir en la risa que me sale cuando suena el tambor.

Quiero vivir en el reinado del dios Momo

¡Quiero vivir en el reinado del dios Momo!

Quiero ser húsar de su ejército endiablado

Nacer de la noche y en oscura hermosidad llegar al día.

Que no se apaguen las bombitas amarillas.

¿No son las palabras tan peligrosas como hermosas?

Que no se vaya nunca más la retirada.

¿No es muy fácil amar la vida cuando se baila?

Quiero cantarle una canción a Colombina, una canción. Quiero llevarme…

¿No es muy fácil amar?

…su sonrisa dibujada.




Lailarailarailailarailá. Lailarailarailalá.

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