martes, 12 de mayo de 2015

Diálogos Con La Ventana XI



Taparla. Quisiera tapar el alma, o con un borrador borrarla, o dibujarle una mancha encima y que no se vea. O que sólo pueda vérsele ese lado hermoso, y no ese en el que se puede convertir. Recogerla, coger sus piezas asesinadas por la vida y evitarle la humillación de andar tambaleándose por ahí. O esconderle al cuerpo el secreto de que está andando sin equipaje.

La quiero hacer moverse, la quiero hacer girar pero sin que sufra de retorcijones que le duelen tanto, quiero pintarla de azul pero siguen resbalándosele sin efecto los pinceles de mis huellas, quiero cantarle una canción alegre pero sólo salen tristes. Quiero atajarla cuando corre a donde no sabe que hay precipicios. O al menos hacerla gritar que los espacios de calma en ella no han sido cerrados, que de pronto fue solo que un viento fuerte empujó la puerta y quedó trabada, pero no con seguro echado.

Pobre alma que empieza a levantar vuelo fuera de mi cuerpo y no quiere, y yo no quiero, pero estas noches se la llevan, como aprovechando que estoy dormida y que tal vez no siento, haciéndome amanecer con un pedazo menos de alma y un pedazo más de vacío.

Me está quedando un espacio negro, y un bicho de confusión me muerde los bordes, las esquinas débiles se van doblando como mi cuerpo se va contrayendo y queda encogido en este sofá, sin alma que explique qué es lo que lleva adentro. Crispados los dedos que usé para taparla y que cuando se quitaron, se dieron cuenta de que ya no estaba más ahí.