jueves, 28 de febrero de 2013

Con Música De Fondo

Hay momentos en los que entiendo todo y sé cabalmente a dónde van las cosas y puedo estar bien con eso, puedo reír e ir de aquí para allá sintiéndome tranquila, yo puedo sentirme tranquila en ocasiones, después pienso en si estamos nosotros tranquilos, y llega eso de querer borrar todo lo que ya escribí ¡se pierdan las palabras que se pierdan! Me voy quedando de a poco con todas las cosas que pienso cuando no pienso en nada, con lo que me rodea. El problema es que las letras no emiten sonidos, al menos las mías no, las mías sólo son capaces de emitir recuerdos.

A mis manos se les olvidó qué hacer cuando quieren decir algo. Cuando quiero escribir se me olvidan las palabras y cuando quiero hablar las tengo todas, más que palabras tengo lágrimas, pero ni siquiera hay tiempo para que ellas salgan, eso es lo que por un fugaz instante me hace pensar que ya debo dejar de tener momentos sola, porque sólo me hacen esto, esto que me llueve por dentro.

Tengo muchas cosas por decir y las encuentro entre mis espacios vacíos ¿Qué pasa si lo tengo todo muy claro pero tengo un miedo inmenso de decirlo? No sé exactamente por qué, no me lo preguntes, es por lo que ya he dicho, yo no entiendo pero quiero entender, porque imagino que entendiendo algo se aliviaría, alguna parte de todo esto que ya ni sé cómo llamar.

Es inevitable sentir tu pesada lejanía, aunque sepa muy bien el porqué y al mismo tiempo no tenga idea, lo que me preocupa es que me distraje y ya no concibo cuántas cosas de ti pueden caber en mí y cuántas frases en mi cara pueden empezar en la tuya. Yo sé que me conoces y que estoy dentro de ti, no sé hasta dónde he alcanzado a llegar, más lejos que otros idealizo al pensar; me has dejado estar allí tan insoportablemente frágil como me reconoces, pero recuerdo perfectamente lo que tú ya no pareces recordar, y es eso lo que me mata, que yo sé quién fui y tú a veces pareces no saber ni siquiera quién soy.

Quédate un momento así. Así tan tiernamente como alguna vez tiernamente fue. Con esa comodidad, lejana comodidad de las horas que ya no vuelven.

¡Quiero sonrisas! ¡Quiero ser capaz de despertar sonrisas! Soy tan feliz que sé que puedo provocarlas… Con mente, alma y corazón desgastados quiero ayudarte, pero entiende por favor que ya me he empezado a volver débil, o se han avivado en mí las inseguridades; me mantengo parada pero sabes que pido un día, tan solo un día para no estarlo.

Cuando llego a ti por algún lado veo cansancio, agotamiento, desdén, hastío... Tienes amor presente y también distante, tienes miradas y palabras demasiado efímeras, respuestas mecánicas. Estamos. No sé dónde, pero estamos. Y adentro tenemos lo mismo pero muy diferente. Tan manipulado, cambiado, tocado y afectado. Por qué te me fuiste así... Por qué parece que quisieras que yo me fuera igual... Aunque sólo lo parezca, por qué así tiene que parecerlo…

No sé... No sé... Pienso pero no llego a nada, porque ninguna respuesta la puedo encontrar sola, en vez de encontrar razones he encontrado preguntas y empiezo a necesitarte, para que me hables de lo que sea pero que me hables. No sé y tal vez no vaya a saberlo. Tal vez por ahí siga rondando indeseada la sensación de no ser suficiente, tal vez no sepa que quieras y vuelva a mis errores distraídos e inconscientes en medio de mis a veces fútiles esfuerzos, tal vez me quede parada en los momentos en los que sólo puedo pensar en qué es lo que hice bien y qué es lo que hice mal, porque a eso me llevaron las grandes ganas de encontrar una letra que fuera realmente para mí.

Quiero ser una razón importante y sentir tus ganas de estar a mi lado al menos por un rato, no como si diera lo mismo allí o a diez metros. A mí no me hace falta escucharte para saber de ti, me basta verte y yo no te veo sólo con mis ojos, ni tampoco creo que tú me veas sólo con los tuyos, yo creo que con todo lo que tenemos dentro desde siempre entendemos lo que es querer estar y nada más, acompañados de poemas que hablen solos y que no lo digan todo, pero sí lo necesario. Yo te escucho con mi vista, te siento con mis manos y te beso con la mirada... Al menos he querido hacerlo.

Perdón. Simplemente me dan ganas de pedir perdón. No sé si solamente a ti, no sé si a mí o a las mismas circunstancias, pero ahí está, perdón. Por los silencios y en otras veces, por la falta de ellos.

No sé si tanta emoción es sólo pensamiento, o si tanto pensamiento se me volvió emoción… ¡Pues yo también lloro y lloro a mares! ¡Lloro tanto como cosas en ti mueren! ¡Lloro porque no encuentro mis letras y en ti las tenía guardadas!

Es cierto. Ya sé que de todos tus pensamientos y dolores entiendo poco, es cierto también que tú me haces entender poco con lo que puedes, pero sin escucharlas tus penas son las mías, hasta allí donde pueden serlo y donde puedo ser yo el lugar en el que la tranquilidad rehace sus pasos, donde puedo ser yo la risa que interrumpe la tristeza. Supongo que se me ha dado mucho tiempo para intentar, y he intentado con fuerzas que no sabía que tenía, mis ojos con paciencia te han mirado con el mismo amor de siempre mientras que me doy cuenta que de esas penas ya salieron unas que de verdad son mías.

Te dije que estoy siempre a tu lado, pero lo importante es que te lo dije como nunca se lo he dicho a nadie. Ambos sabemos y supimos juntos que no podemos asegurarnos nada, y ahora se siente que la sentencia se hace verdadera, mas ahí sigo yo sosteniéndome en mi tal vez alocada idea de intentar, porque mi corazón desde allá me grita que los dos queremos hacerlo y no solo yo. No sé si sea esa una realidad o uno de mis deseos, pero así quisiese yo que estemos, intentando y riéndonos de amor mientras lo hacemos. Deberíamos demostrarnos que somos tan fuertes como dijimos que seremos. Espero me ames, espero que aún con todo tengas alientos de hacerlo.

Tal vez esto sea explotar, tal vez más grandemente de lo que debería, pero es lo que necesito, es lo que vengo necesitando, palabras que no sean más que nostálgicas. Y a quién voy a decírselas más que a ti. Espero comprendas. Y espero sigas sabiendo cuánto te amo.




sábado, 16 de febrero de 2013

Después De La Fiesta

(De Julio Cortázar)


Y cuando todo el mundo se iba
y nos quedábamos los dos
entre vasos vacíos y ceniceros sucios,

qué hermoso era saber que estabas
ahí como un remanso,
sola conmigo al borde de la noche,
y que durabas, eras más que el tiempo,

eras la que no se iba
porque una misma almohada
y una misma tibieza
iba a llamarnos otra vez
a despertar al nuevo día,
juntos, riendo, despeinados.