jueves, 23 de febrero de 2012

Diálogos Con La Ventana IV



Tan cómoda aquí. Mejor, tan cómoda en ti. Rodeada de tantas cosas que me estorban, tantas cosas que no son tus brazos. Minutos más, minutos menos, voy descubriéndote, entendiéndote, recorriendo sin saciarme cada rincón de tu cara, ésa de la que no quiero apartar la vista. Y pasado un rato, ya mis manos sin ti se sienten extrañamente perdidas.
Dame un segundo más, ventana, dame un segundo más.
120 después. Sentada. Acompañada del sonido de mis suspiros que sólo encuentran desahogo en ti. No hay mucho remedio, no puedo hacer más que adentrarme en pensamientos que me dejan muy lejos de este lugar, en donde me haces sentir que hay aún más vida en la vida, aún más vida en un silencio. Si cierro los ojos me entrego sin vacilo a la idea de ser para ti, así que lo último que quiero es que estén abiertos
Lo que muestro de mis sentimientos poco a poco se hace insuficiente.
Te Quiero… ¿De qué otra manera se pueden decir las cosas?

sábado, 4 de febrero de 2012

...

No quiero escribir. No quiero plasmar lo que no es claro, no quiero plasmar lo que NO ES.
No quiero escribir, sólo quiero distraerme mirando la luna, siguiendo su recorrido.
No quiero hacerlo pero debo confesar que me hace falta un cuaderno.
Y las palabras sobran, sobran tanto que terminan siendo elevadas por el viento, las pierdo y por eso es que no escribo, porque no hay sobre qué hacerlo.
Por conformismo o por algo que falta en el ambiente.
Dentro de todo, no había nada que decir, una necesidad que no guarda razón.
No quiero escribir, pero tenía que escribir eso.