lunes, 27 de mayo de 2013

Golpeando Vehemente

Busco. No encuentro entonces espero, pero qué puede ser la espera si mis pasos caminan por todos lados dilatando los momentos. Hablo más en silencio de lo que mis dudas preguntan, su respuesta no está a mi lado, ni arriba ni abajo, y respondo para la ventana con mi cara y nada más, pero sigo sin llevarme bien con mi claridad inevitable. Qué desorden por dentro, qué montón de cosas quisiese hallar para darle sentido a lo impenetrable, lo impenetrable de mi confuso sentir. Porque ya conozco palabras que no conocía antes, palabras que dan vida a la vida, pero a esto, a esta nada no han podido darle vida.

Allí está esa punzada que suprime. Una presión tan fuerte que es inexplicable. Un impulso que golpea de adentro a afuera, como fuego encendido que quiere quemar el tiempo, los lugares vacíos y las palabras secas, tal vez un llamado de mi alma nerviosa. Una opresión persistente que llega hasta donde no soy dueña de mí, hasta donde no digo mi nombre y las palabras se ahogan.

Un pensamiento solo; solo, vasto y cautivo, atrapado en el mientras de lo que vuelve. Vacío que llena por completo encerrando palabras, las que se me escapan de los dedos. Ansiedad por la ausencia que acosa mis suspiros, suspiros que son arma de doble filo a la fragilidad de la mente. Momentos tan cortos que son capaces de encerrar todo y hacer caer lo que con precariedad se sostiene. Infinidad de cosas muriendo por salir y sin poder hacerlo. Impotencia. Locuras, temores, egoísmos y ardores; todos juntos en la misma lágrima.

¡¿Qué hacer?! No puedo pensar en escribir de otra manera, esto no funcionaría abandonando mis formas que se acostumbraron a mí tanto o más de lo que yo a ellas. No quisiera yo invertir mis poemas y que para mis emociones se hagan borrosos, confusos y lejanos, tanto o más como la conmoción taciturna de ser incapaz de dar libertad a la retórica insistente.

Días silenciosamente húmedos, hechos de ese silencio agudo que sólo sabe de espera. Cuerpo tan estático y quietud tan intocable, mi cara con ganas escondidas de hablar y con otros ojos, con formas tan diferentes de tener la piel caliente en medio del frío de luna llena.

Lo intempestivo salva entonces las horas que pasan lentas y así, con el tiempo incompleto y la espontaneidad pausada, la cuestión es vivir, ineludible la noche sola. No quisiera yo demorar más a la tranquilidad… O demorarme más a mí. De la memoria inequívoca tengo risas, su sonido y su fotografía; de las notas lentas tengo mi paz todavía. La locura que aflige al insaciable es tan pesada y tan liviana, tiene fuerza por momentos, se ríe por momentos, se olvida de sí por momentos.

Otro escrito más, otro lugar que a lo sincero no asuste, que pueda con poco, porque a cada momento he debido conformarme con sentir. Es desasosiego, desconsuelo, risa, baile, pasión y dolor; que esté aquí sentada en la ironía de escribir por no escribir. Seré mejor siempre en las palabras, y sería bueno empezar a conocerlas, a las palabras que jamás voy a decir.

viernes, 24 de mayo de 2013

14

(De Roberto Juarroz)


Los poemas inacabados,
los poemas que se abandonan como una derrota,
dejan sus imágenes en algún rincón desconocido
donde poco a poco se va formando solitario otro poema,
un poema que tal vez algún día encontraremos.

Así nacen las formas en la noche,
como criaturas aparentemente descartadas.
Y no alcanza una sola mañana
para que surjan a la luz.

Las líneas de la germinación y de la espera
dibujan intraducibles jeroglíficos
sobre la piel que separa en todas partes
el silencio y la palabra.

Hasta que llega la conjunción reparadora
que viste con esa piel el cuerpo nuevo
y recoge las antiguas imágenes,
porque ninguna imagen se pierde.


lunes, 6 de mayo de 2013

Hoy




No hay final ni comienzo. Aún ahora, mis líneas todavía largas y mi tiempo todavía corto, los minutos se pierden en existencia delirante, ninguna expresión es suficiente para materializar un sentimiento y es mejor así. Sigo encontrándome en una sonrisa que ya no se pueda gastar, espero que así sea hoy y por mucho tiempo, porque no hay final ni comienzo, y mis líneas son todavía largas y mi tiempo todavía corto.

Sé muchas cosas y entre ellas sé que te he visto así antes, así como estás en el fondo, con metáforas dulces e inesperadas, respirando por placer y moviendo la vida después de encontrarla, detrás de ti con lágrimas felices y palabras que describen un día normal, entre latidos, suspirando.

Estoy acompañada de un ritmo cambiante que extravía mis razones, cobijada por la libertad, desmoronada por la ansiedad. Siempre hay tanta... tanta, tanta, tanta pregunta sin respuesta y los esfuerzos se esfuerzan por todos lados, las maneras lejanas intentan ser coherentes, yo me quedo sin palabras, pero por razones diferentes. Más fácil sería apartarse, mas que difícil desdecirse. Tan pronto busco letras me encuentro con esto, la incesante costumbre de amar los días que detesto.

Algo tenue, pequeño y gradual, sólo para poder sentir lo que se siente. Hoy ha estado temprano y el viento se ha disfrazado de nada, la tarde y la noche de hoy han sido diferentes y rigurosamente iguales; y muchos días vendrán después de hoy. Hoy como infinitos pensamientos para pensar y después, escribir.

sábado, 4 de mayo de 2013

Diálogos Con La Ventana VII




Musitando, cual secreto, he podido estar por horas, en silencio diciendo nada, porque eso me ha dicho y repetido mi cuerpo: nada. Al parecer no recuerdo, no sé cómo pero no recuerdo muy bien cómo plasmar todo esto, tal vez en mis recuerdos no encuentre nada, pero en toda mi alma encuentro terror de no saber qué pasa con las líneas adormecidas que adentro, quieren estar afuera.

La madrugada hará que de mí salga algo cuando casi tengo miedo de mí misma. ¿Cómo estar bien sin voz? ¿Cómo ganarle a un desorden desordenado mi lucha encolerizada por escribir? ¡Qué más quisiera que eso, escribir nomás!

Si existiera una respuesta a la pregunta de por qué no he podido hacer esto, un porqué pequeño pero preciso; indeseado pero terminante; así tal vez sería más fácil, mis pensamientos darían pocas vueltas y mis letras lo dirían todo, ya no estarían caminando por la piel desabrigada y yo no pasaría días repitiendo las mismas frases desacertadas.

Con frío es más honda la presión de los suspiros interrumpidos, la oscuridad golpea de adentro a afuera y son los golpes, palabras que viven en la agonía de una atmósfera callada, con afán de ser dichas en medio de su desdicha de nacer en letras que no han podido ser parte de ningún escrito.

Yo ya no puedo compartir mis días con historias incompletas, dedicatorias indiscretas y frases imperfectas. Desespero de hablar sin hablar y de que a falta de grafía mi mirada se muera por decirme algo y no lo haga del todo. Mi paz es dar libertad a esta angustia culposa que me trata como si me hubiese olvidado de sentir. ¡Siento más que nadie, más que nunca! Siento ganas de dar consuelo a lo oculto pero termino encontrando viento en las manos.

Pienso en escribir, que me salva; en la salvación de escribir. Diré todo, lo prometo, si me dan la palabra mis palabras.