No hay final ni comienzo.
Aún ahora, mis líneas todavía largas y mi tiempo todavía corto, los minutos se
pierden en existencia delirante, ninguna expresión es suficiente para
materializar un sentimiento y es mejor así. Sigo encontrándome en una sonrisa que
ya no se pueda gastar, espero que así sea hoy y por mucho tiempo, porque no hay
final ni comienzo, y mis líneas son todavía largas y mi tiempo todavía corto.
Sé muchas cosas y entre
ellas sé que te he visto así antes, así como estás en el fondo, con metáforas
dulces e inesperadas, respirando por placer y moviendo la vida después de
encontrarla, detrás de ti con lágrimas felices y palabras que describen un día
normal, entre latidos, suspirando.
Estoy acompañada de un ritmo
cambiante que extravía mis razones, cobijada por la libertad, desmoronada por
la ansiedad. Siempre hay tanta... tanta, tanta, tanta pregunta sin respuesta y
los esfuerzos se esfuerzan por todos lados, las maneras lejanas intentan ser
coherentes, yo me quedo sin palabras, pero por razones diferentes. Más fácil
sería apartarse, mas que difícil desdecirse. Tan pronto busco letras me
encuentro con esto, la incesante costumbre de amar los días que detesto.
Algo tenue, pequeño y
gradual, sólo para poder sentir lo que se siente. Hoy ha estado temprano y el
viento se ha disfrazado de nada, la tarde y la noche de hoy han sido diferentes
y rigurosamente iguales; y muchos días vendrán después de hoy. Hoy como
infinitos pensamientos para pensar y después, escribir.
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