(De Roberto Juarroz)
Los poemas inacabados,
los poemas que se abandonan como una derrota,
dejan sus imágenes en algún rincón desconocido
donde poco a poco se va formando solitario otro poema,
un poema que tal vez algún día encontraremos.
Así nacen las formas en la noche,
como criaturas aparentemente descartadas.
Y no alcanza una sola mañana
para que surjan a la luz.
Las líneas de la germinación y de la espera
dibujan intraducibles jeroglíficos
sobre la piel que separa en todas partes
el silencio y la palabra.
Hasta que llega la conjunción reparadora
que viste con esa piel el cuerpo nuevo
y recoge las antiguas imágenes,
porque ninguna imagen se pierde.
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