lunes, 30 de junio de 2014

Cobardía

Después de mucho tiempo, llegó la contraparte, el opuesto; la cobardía. No era algo para escribir planeado, pero creo que de alguna manera, estaba destinado a aparecer. Algún día, hoy.

No hay seguridad de nada, y no sé si es un capricho de no tenerla o más bien que no me la han dado. Pero tengo como una cosita por dentro, de ver tanta gente por acá y por allá, y no saber si quiero lo que tienen, si añoro lo que tuve o si soy la más feliz del mundo con lo que tengo, aunque la respuesta me acose gritando que está muy clara, pero que yo no la dejo salir a veces, que la deje respirar más seguido. A dos pasos estoy de donde quiera estar, pero qué pasa que no camino, qué pasa que la mitad del cuerpo se va para un lado y la otra mitad para el otro.

Estoy empezando a sufrir los mismos síntomas del mismo mal, no me gusta, eso hay que decirlo, pero ¡Sí! ¡Parezco estar viviendo con él! Y le escribo como a todas las cosas que me machacan el corazón. ¡Hola! ¿Me abren? ¡Estoy tocando la puerta a este mundo de cobardes!

¿Será que sí? ¿Si tengo razones para decir estas cosas? Ay, ya ni siquiera sé, como siempre, como siempre que voy a decir algo y después aparecen palabras mejores y hasta más bonitas. Pienso sólo en lo que fue un día, en las vueltas de la vida que me han hecho escribir este título, en que puedo decir “¡qué ironía!” y no me van a comprender… Cosas que sólo un conocedor de estas letras entendería.

Y este corazón, bastante caprichoso, no quiere otra felicidad, ni otros ojos ni otras risas, y ahí si nos estamos viendo en un grave problema, les cuento, porque a veces parece convencer a la mente y termino terminando como loca gritando. ¿Y así dicen que las ausencias brillan? Pues esta la estoy viendo muy oscura.

Creo que así se llama todo esto, cobardía, como disfrazada de tristeza bien guardada, con muchas ganas pero la conciencia (más conocida en mi bajo mundo como miedo) puesta, con muchas ideas muy divertidas pero dejándolas caer por ahí con pesadumbre, con mucho por decir pero con prevención en los labios.

Porque la valentía volvió, pero ya no era tan amada como antes.



martes, 24 de junio de 2014

En El Cielo De Moscú



Amigo, no te mueras. Óyeme estas palabras que me salen ardiendo.

Casi puede oírse una banda marchando de lejos y casi puede verse el viento moviéndose al ritmo de la tristeza, las calles tan llenas y tan solas de algún pequeño pueblo de la gran Rusia, los generales yéndose y entre ellos, vos.

La mente la tengo llena de los poetas que amabas, de las palabras que de ellos salen para explicar este sentimiento mejor que yo, y decir, entre versos de sosiego, que esta tristeza se muere por estar feliz, que esta falta se va a hacer más grande y que el vacío de las historias que se quedaron sin ser contadas, lo van a llenar las que en tu nombre escribiremos, mientras estás lejos pensando que es pura tontería dedicarte tanta palabra, pero amando todas y cada una, celebrando con cervezas, bailando como el marido de la peluquera, sabiendo y sin saber bailar. Y yo celebrando acá ¿Celebrando qué? La vida y las tablas y el teatro pequeño, supongo; aún con el dolor todavía arraigado, mi corazón como arco roto de Stalingrado. Me estás haciendo y me harás siempre falta en el pensar que te voy a ver mañana y nos vamos a reír de nada importante. Adiós, hacedor de ilusiones. En esta alma rusa quedaste vos, en esta nueva y maravillosa forma de ver la vida.

Tal vez siga encontrándote en textos y en personajes ocultos que van tras la pista de tus pensamientos, y tal vez sea ahí donde vas a tener más vida que nunca, en el papel de soñador de grandes obras, de constructor de sociedades libres. En Igor, En Werner Heisenberg, En Edipo y en Filomena.

Ya, sin remedio, me hiciste a la felicidad infinita de un teatro verdadero, y me dejaste plantada en este escenario que levantaste entre diminutos sueños que la existencia te dejó hacer grandes, y no me quiero ir. Mucha mierda, y mucho teatro en el lugar donde estés.

Gracias, porque mis sueños son más grandes, porque ya sé leer, por el amor a lo clásico, por Chéjov y sus comedias, por las manos del libro de Zweig que me recuerdan a las tuyas, porque tengo una esperanza y un alma que quiere cambios en este mundo, porque vivo en una 
casa inmensa que guarda tu voz por todos lados. Gracias por ese grito de pasión estallando,



A Moscú, A Moscú, A Moscú ¡A Moscú!

lunes, 9 de junio de 2014

Algo Falta

Algo falta en estos días, estos días incompletos y cortantes. Algo no está en estas horas que suspiran anhelantes.

No encuentro lo faltante en mis ojos vidriosos, ni la cosa ausente en los pasos temerosos; pero algo falta en estos días, unos sueños, unas manos, tal vez algo de caricias o quizá sólo unos cantos.

Serán unas pequeñas palabras que acaben toda frase, un saber de esto o aquello, un tener qué hacer, una comida o quien abrace.

Y yo creo saber qué es eso que ya no me da descanso, pero lo pienso, me cercioro y lo evito con espanto ¡Ay! Qué sentimientos tengo que se ahogan en un llanto, y después en una risa y después en un quebranto.

Algo falta en estos raros días en que ya no tengo tanto, y ahora creo, evasiva, que soy yo lo que tanto falto.