martes, 24 de junio de 2014

En El Cielo De Moscú



Amigo, no te mueras. Óyeme estas palabras que me salen ardiendo.

Casi puede oírse una banda marchando de lejos y casi puede verse el viento moviéndose al ritmo de la tristeza, las calles tan llenas y tan solas de algún pequeño pueblo de la gran Rusia, los generales yéndose y entre ellos, vos.

La mente la tengo llena de los poetas que amabas, de las palabras que de ellos salen para explicar este sentimiento mejor que yo, y decir, entre versos de sosiego, que esta tristeza se muere por estar feliz, que esta falta se va a hacer más grande y que el vacío de las historias que se quedaron sin ser contadas, lo van a llenar las que en tu nombre escribiremos, mientras estás lejos pensando que es pura tontería dedicarte tanta palabra, pero amando todas y cada una, celebrando con cervezas, bailando como el marido de la peluquera, sabiendo y sin saber bailar. Y yo celebrando acá ¿Celebrando qué? La vida y las tablas y el teatro pequeño, supongo; aún con el dolor todavía arraigado, mi corazón como arco roto de Stalingrado. Me estás haciendo y me harás siempre falta en el pensar que te voy a ver mañana y nos vamos a reír de nada importante. Adiós, hacedor de ilusiones. En esta alma rusa quedaste vos, en esta nueva y maravillosa forma de ver la vida.

Tal vez siga encontrándote en textos y en personajes ocultos que van tras la pista de tus pensamientos, y tal vez sea ahí donde vas a tener más vida que nunca, en el papel de soñador de grandes obras, de constructor de sociedades libres. En Igor, En Werner Heisenberg, En Edipo y en Filomena.

Ya, sin remedio, me hiciste a la felicidad infinita de un teatro verdadero, y me dejaste plantada en este escenario que levantaste entre diminutos sueños que la existencia te dejó hacer grandes, y no me quiero ir. Mucha mierda, y mucho teatro en el lugar donde estés.

Gracias, porque mis sueños son más grandes, porque ya sé leer, por el amor a lo clásico, por Chéjov y sus comedias, por las manos del libro de Zweig que me recuerdan a las tuyas, porque tengo una esperanza y un alma que quiere cambios en este mundo, porque vivo en una 
casa inmensa que guarda tu voz por todos lados. Gracias por ese grito de pasión estallando,



A Moscú, A Moscú, A Moscú ¡A Moscú!

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