Amigo, no te
mueras. Óyeme estas palabras que me salen ardiendo.
Casi puede
oírse una banda marchando de lejos y casi puede verse el viento moviéndose al
ritmo de la tristeza, las calles tan llenas y tan solas de algún pequeño pueblo
de la gran Rusia, los generales yéndose y entre ellos, vos.
La mente la
tengo llena de los poetas que amabas, de las palabras que de ellos salen para
explicar este sentimiento mejor que yo, y decir, entre versos de sosiego, que
esta tristeza se muere por estar feliz, que esta falta se va a hacer más grande
y que el vacío de las historias que se quedaron sin ser contadas, lo van a
llenar las que en tu nombre escribiremos, mientras estás lejos pensando que es
pura tontería dedicarte tanta palabra, pero amando todas y cada una, celebrando
con cervezas, bailando como el marido de la peluquera, sabiendo y sin saber
bailar. Y yo celebrando acá ¿Celebrando qué? La vida y las tablas y el teatro
pequeño, supongo; aún con el dolor todavía arraigado, mi corazón como arco roto
de Stalingrado. Me estás haciendo y me harás siempre falta en el pensar que te
voy a ver mañana y nos vamos a reír de nada importante. Adiós, hacedor de ilusiones. En esta alma rusa quedaste vos,
en esta nueva y maravillosa forma de ver la vida.
Tal vez siga
encontrándote en textos y en personajes ocultos que van tras la pista de tus
pensamientos, y tal vez sea ahí donde vas a tener más vida que nunca, en el
papel de soñador de grandes obras, de constructor de sociedades libres. En Igor,
En Werner Heisenberg, En Edipo y en Filomena.
Ya, sin
remedio, me hiciste a la felicidad infinita de un teatro verdadero, y me
dejaste plantada en este escenario que levantaste entre diminutos sueños que la
existencia te dejó hacer grandes, y no me quiero ir. Mucha mierda, y mucho
teatro en el lugar donde estés.
Gracias,
porque mis sueños son más grandes, porque ya sé leer, por el amor a lo clásico,
por Chéjov y sus comedias, por las manos del libro de Zweig que me recuerdan a las tuyas, porque tengo una esperanza y un alma que quiere
cambios en este mundo, porque vivo en una
casa inmensa que guarda tu voz por
todos lados. Gracias por ese grito de pasión estallando,
A Moscú, A
Moscú, A Moscú ¡A Moscú!
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