martes, 11 de agosto de 2015

Mensaje De Buenas Noches o Papeles Arrugados

Buenas noches. Esta noche espero que te trate bien, que te haga levantarte tranquilo. Esta noche casi no me hablas, y no me escuchas, pero deseo que sonrías cuando te despiertes y te dure la sonrisa todo el día entre música, calles y teatro. Te abrazo, muy de lejos, y si soy sincera, no sé si el abrazo alcanza a llegarte, por eso lo mando con unos cuantos besos, para que sean la esperanza de en la noche tocarte. En noches como esta en que no te toco, ni te veo, ni te hablo.

Feliz noche enlagrimada. Por encima de los ojos lluviosos te digo que te quiero. Fingiendo la voz que no llora, aún cuando sé que la conoces. Te vi cuando pasé por el lado de la vida, dentro de mi vida mientras yo me movía por los lados. Fuera de ella, fuera de ti. Te vi hoy en la tarde y te veías contento, te veías tranquilo mientras te reías con otra gente, mientras saludabas de una manera tan distinta de la que me saludas a mí. Pensé que a la vida le debe bastar con tu sonrisa para seguir viviendo, como a mí me ha pasado tantas veces, así como pasa cuando estás lejos, tan lejos que no puedo sentirte pero sí alcanzo a verte, y te veo feliz.

Linda noche. A veces quisiera hablarte más. Pero mis silencios se hacen cada vez más grandes y callo lo que quizá quieras oír, lo sé. Perdón por eso, aunque digas que no tenga que pedirlo, aunque digas que comprendes y que es normal. Por esperar tus manos ansiosa y voltear la cabeza cuando ellas se abren. Pero la noche después de la despedida es la que calla conmigo, como reprochándome mi falta de palabras cuando dentro de la distracción me dejo caer.

Buena noche. A veces quisiera que me hablaras más. Pero tus silencios se hacen cada vez más normales, y ya no sé si tienes adentro lo que yo quiero oír. Pero no pidas perdón por eso, aunque yo te diga que es lo que quiero, aunque yo te haga tambalear; porque si tú también quisieras, no habría nada que pedir. Háblame en sonidos de cariño, que eso quisiera yo, por más de dos o tres noches, mándame a dormir con palabras suaves. Envuélveme el amor en unas cuantas palabras por unas cuantas noches seguidas, y prometo no volverte a molestar más.

Que descanses. Un beso puede decirlo todo. Podemos besarnos sin dejarnos terminar de hablar. Y la oscuridad puede encargarse perfectamente de que ningún "hasta mañana" quede sin ser dicho y que ningún rincón quede sin ser deseado. Pero, aún amándote, se me nubla la cabeza. Ahora sólo puedo despedirme. Así que, que descanses. Hoy al dormir voy a abrazar al aire.

Buenas noches. No aguanto respirar cuando la respiración se acelera tanto. Tras días como este, no soporto estar acostada ni sentarme, no soporto ver a nadie ni estar sola. Tengo rabia. Rabia, y a veces lloro encima de ella. Me provoca aplastar y volver pequeñas mis esperanzas, las que aún no están ya así en el suelo. Me pregunto mucho quién soy ahora en esta historia, a qué suena mi nombre que no es a lo mismo que un día fue. Tal vez sea yo la que se busque esto, porque sigo corriendo detrás de lo que ya se fue. Pero no, no hay que hacer tales cosas conmigo, no es un esfuerzo tan esforzado tratarme con algo de delicadeza (cuando sé bien que sí puedes), sin estar cortando mis palabras en el aire, sin estarme dejando parada hablando sola, sin dejar subir al cielo promesas que se van a quedar en la tierra. Será que mis pasos esta vez se quedaron tan atrás que ni corriendo alcanzaba, y así acabé siendo La De Antes, nombre que ya no le sirve a mis sueños.

Que tengas una bonita noche. Me has hecho pasar el rato más feliz hoy, flotando en la tranquilidad de las historias de nada y cocinando el brillo que tienen los ojos de los dos esta noche. Descansa, te amo. No me preguntes por qué me río... O sí, pregúntame para reírme más y al final responderte que no sé cómo cogerte con mis brazos y alcanzarte todo para cubrir este amor que le diste al aire. Por momentos como este me enfrento al mundo entero, me tapo los oídos, cierro los ojos y me acerco a ti. Y voy a dormir a tu lado, te hayas quedado o no, porque estos pocos minutos, esta corta hora le valió más la pena a la vida que otras veinticuatro sin ti. Te quiero besar, pero pídeme que lo haga, para alargar el tiempo viéndote antes de hacerlo, luego besarte y luego volverte a ver.. Y dejarnos ir a dormir.

Buenas noches. Hoy la noche es mía. No estás para despedirme, pero voy mandarte en un susurro una sonrisa, es suficiente. Ya dormiré a ver si te encuentro en sueños y ahí estés cerca y me digas cosas bonitas. Que ahí pueda seguir viéndote como cuando te sueño despierta, una forma de tu cara por segundo que pasa, un sonido de tu risa por minuto que transcurre; pero ahora vas a estar cerca sintiendo lo mismo, no con la lejanía con la que nos hemos familiarizado tanto. Vas a volver a ser mío en el sueño, y voy a dejar, mientras me despierto, de perderte tanto.

Buenas noches. Tú dormirás ya y sólo me despido, porque sé que yo todavía no lo haré. Me quedaré un largo rato más despierta y posiblemente no haga nada interesante. Y puede ser que unos minutos antes de morir, te dedique unos cuantos versos. Escribiéndote, pensando si me escribes. Y mañana te salude como si nada, como si no se hubiera ahogado la madrugada en tu nombre escrito en gotas de agua.

Chau, descansa. Estoy insegura ¿sabes? Tengo otra vez miedo. Por eso la seriedad, por eso parezco irme. Y tal vez sea por eso que parece que te vas. O tal vez no, tal vez tu razón sea otra, y es eso lo que me tiene con miedo. Porque voy de una historia a otra suponiendo tus razones, como saltando de piedra en piedra. Trato de estar por un día en tu mente y saber qué piensas, cómo me quieres, qué me dirías, qué dices de mí. Y termino siendo una niña pequeña con miedo a hablar de más porque no sabe qué es eso de las respuestas, y le teme a lo que no conoce. Cuentan que vienen con amor las respuestas, pero qué hago si en vez de eso vienen con rechazo. Mejor entonces no hacer la pregunta, aunque me muera de ganas. Eso es lo que me pasa, hermoso mío, que el cuerpo en forma perfecta de miedo no me deja acercarme más. Y podría jurarte, con la mano izquierda en el corazón, que se me va el alma en las ganas de acariciarte con mis palabras, que quiero regalarte corazones azules pintados en un pedazo de papel arrugado; pero me muero de miedo después de morirme de ganas. Y todo acaba ahí. Dime que soy una cobarde si así lo piensas, porque yo estoy enfrentándome a pensar lo mismo, porque conozco la valentía, y esto no lo es. El temor ha pisado el freno de todos mis impulsos.

Finalmente no sé cómo decirlo, borro todo y... 
Feliz noche. Que descanses.



11 agosto 2015. 2:15 a.m.