jueves, 20 de junio de 2019

Sin título


Cuánto sentido le quita el presente al pasado. El presente sigiloso va y le arrebata palabras a los recuerdos en las noches cuando están dormidos y los pobres desesperados al día siguiente corren y se chocan contra las paredes porque ya no las encuentran, a las palabras que los hicieron ser. Así que ya no saben ser, ya no saben cómo provocar suspiros completos sino interrumpidos y no vislumbran el camino para estirar los labios y hacerlos sonreír, ahora saben perfectamente cómo activar la luz de la duda… Y ése no era el trabajo que los recuerdos tenían que hacer.

Pero es que poco a poco no se trata de ellos, que quedarán tan intactos como puedan en una caja con cinta resistente, ya se trata del presente que ataca con sus imágenes a este cuerpo que aún trata de mantenerse en pie. No entienden mis rodillas el presente, no pueden pronunciar mis labios las palabras prudentes y no entiende mi estómago la elección que haces hoy. Viendo el sol que ilumina las decisiones hoy tomadas se queda mi pecho pensando por qué.

Ellos se la pasan revolcándose y moviéndose de un lado para otro, pero mis ojos… Mis ojos sólo pueden quedarse quietos en el asombro. Mis ojos quisieran arrancarse la posibilidad de leer y encontrarme en pocas palabras. Porque cuando lo hicieron parecieron haberle mandado una orden al cuerpo entero para que se desmoronara ¡y mis manos que estaban tratando de armarlo con tanto cuidado! Ellas ahora tienen sus dedos crispados de impotencia por sus horas de trabajo que cayeron al piso. Mis extremidades están en el piso desde el día en que mis ojos me leyeron donde creí que iba a encontrarme con lo que fui y…  Y me leyeron. Y leyeron arriba también. Y los años se les vinieron encima en una fuga de agua y las manos, como están fracturadas, no han podido cerrar la llave desde ese día.

¿Se puede en el presente olvidar lo que uno aprendió en el pasado? ¡Quién regalara a mi cerebro el dulce placer de no saber leer! Y, si no fuera mucho atrevimiento, que tampoco pudiera ver. Para que no vea los pies que hoy van al lado de los pies que los míos buscaban y empiecen las preguntas a hacerse solas. Que pudiera pasarme las horas que mi cabello quiera peinándose, mis labios enrojeciéndose y mi cuerpo vistiéndose al ritmo de mi alma que siente que va a la gala de su máximo éxtasis, pero que una vez allí pueda escucharlo todo pero no ver nada, para no desencontrarse. Para que el corazón que latió rápido, emocionado y con ansias, no se parara de repente en el borde de una letra. A m a d a. C o m o s i e m p r e. Y en el no entender qué era lo que yo había sido, el infarto arremetió.

Y pudieron mis piernas acompañar el camino por tantos años, y pude querer conocer cada nuevo repertorio, pudieron mis venas sentir que corría por ellas la misma pasión y pudieron mis sueños volar hasta pararse al lado de otros sueños cantantes, pudieron mis oídos escuchar cada frustración y cada satisfacción y frustrarse y alegrarse ellos también, pude anhelar saberlo todo de arias y partituras, pude soñar con el momento final para estar parada a tu lado, pudo mi amor querer acompañarte siempre y mostrarte formas que aún no se han inventado… Pero esas palabras se fueron a otro lugar distinto al mío.

Cuánto sentido le quita el presente al pasado. A más horas que pasan, menos entiendo todo esto yo.






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