Cuánto sentido le quita el
presente al pasado. El presente sigiloso va y le arrebata palabras a los
recuerdos en las noches cuando están dormidos y los pobres desesperados al día
siguiente corren y se chocan contra las paredes porque ya no las encuentran, a
las palabras que los hicieron ser. Así que ya no saben ser, ya no saben cómo
provocar suspiros completos sino interrumpidos y no vislumbran el camino para
estirar los labios y hacerlos sonreír, ahora saben perfectamente cómo activar la
luz de la duda… Y ése no era el trabajo que los recuerdos tenían que hacer.
Pero es que poco a poco no se
trata de ellos, que quedarán tan intactos como puedan en una caja con cinta
resistente, ya se trata del presente que ataca con sus imágenes a este cuerpo
que aún trata de mantenerse en pie. No entienden mis rodillas el presente, no
pueden pronunciar mis labios las palabras prudentes y no entiende mi estómago la
elección que haces hoy. Viendo el sol que ilumina las decisiones hoy tomadas se
queda mi pecho pensando por qué.
Ellos se la pasan revolcándose y
moviéndose de un lado para otro, pero mis ojos… Mis ojos sólo pueden quedarse
quietos en el asombro. Mis ojos quisieran arrancarse la posibilidad de leer y
encontrarme en pocas palabras. Porque cuando lo hicieron parecieron haberle
mandado una orden al cuerpo entero para que se desmoronara ¡y mis manos que
estaban tratando de armarlo con tanto cuidado! Ellas ahora tienen sus dedos
crispados de impotencia por sus horas de trabajo que cayeron al piso. Mis
extremidades están en el piso desde el día en que mis ojos me leyeron donde
creí que iba a encontrarme con lo que fui y…
Y me leyeron. Y leyeron arriba también. Y los años se les vinieron
encima en una fuga de agua y las manos, como están fracturadas, no han podido
cerrar la llave desde ese día.
¿Se puede en el presente olvidar
lo que uno aprendió en el pasado? ¡Quién regalara a mi cerebro el dulce placer
de no saber leer! Y, si no fuera mucho atrevimiento, que tampoco pudiera ver. Para
que no vea los pies que hoy van al lado de los pies que los míos buscaban y
empiecen las preguntas a hacerse solas. Que pudiera pasarme las horas que mi
cabello quiera peinándose, mis labios enrojeciéndose y mi cuerpo vistiéndose al
ritmo de mi alma que siente que va a la gala de su máximo éxtasis, pero que una
vez allí pueda escucharlo todo pero no ver nada, para no desencontrarse. Para
que el corazón que latió rápido, emocionado y con ansias, no se parara de
repente en el borde de una letra. A m a d a. C o m o s i e m p r e. Y
en el no entender qué era lo que yo había sido, el infarto arremetió.
Y pudieron mis piernas acompañar
el camino por tantos años, y pude querer conocer cada nuevo repertorio,
pudieron mis venas sentir que corría por ellas la misma pasión y pudieron mis
sueños volar hasta pararse al lado de otros sueños cantantes, pudieron mis
oídos escuchar cada frustración y cada satisfacción y frustrarse y alegrarse
ellos también, pude anhelar saberlo todo de arias y partituras, pude soñar con
el momento final para estar parada a tu lado, pudo mi amor querer acompañarte siempre y mostrarte formas que aún no se han inventado… Pero esas palabras se fueron a
otro lugar distinto al mío.
Cuánto sentido le quita el
presente al pasado. A más horas que pasan, menos entiendo todo esto yo.
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