Quién te mira a ti, amado
Quién te ama a ti, odiado.
¿Acaso no ves la fila de ciegos que te persiguen? Que te
buscan y te desbuscan y en tus primeras huellas vuelven a empezar.
Mientras tanto tú, con la cabeza alta, miras fijo al mar,
esperando por fin liberarte, esperando por fin zarpar. ¡Qué fácil encontrarte,
qué difícil conocerte, casi imposible olvidarte! Olvidar la vida dentro de la
muerte, el siempre dentro de los jamases. Por eso es que te ahuyentan, amor de
agua, porque dueles, porque la eternidad no te alcanza; por eso es que te
alejan, amor de sal, porque hieres y tu vida es tan escasa.
Y ahí van todos maldiciéndote pero siguiéndote de espaldas,
paso a paso, verso a verso. Amando, amándote más que a los granos de arena que
pisas suicida.
He aquí mi prosa, caro amor. Por todo lo que callas, por
todo lo que sufres.
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