martes, 31 de enero de 2012

Como La Península Sin Bandera En La Que Me Siento Libre




Asuntos de simpleza e irrelevancia son los que poco a poco van formando la palabra felicidad.
Hoy me encargaré de no decepcionarme a mí misma, aunque no creo mucho que eso pase, todo lo que hago por éstas horas me está resultando realmente conveniente. Sin embargo, y con poco orgullo, debo aceptar que es una cuestión que se compone de muchos contribuyentes

¡Cuánto cariño le tengo a mis días que pasan y sólo me dejan la nostalgia de sus lindos momentos!
Le dan tanta vida a una piel que se mantiene esperando contacto. Le dan tanto movimiento a las torpes acciones del día a día. Hacen que la vida fluya ¡Y que lo haga de una forma muy dulce!

Los pequeños detalles ¿serán excusas? No lo creo. Tantas tonterías juntas resultan siendo un conjunto de magna importancia. Hay muchas cosas presentes que pasan sin ser vistas con los ojos de lo profundo, sentadas pasivas sobre minas de oro, presencias que tan ausentes, hacen de un todo algo perfectamente perfecto.

Llegaron las decisiones bien tomadas, cargadas de seguridad, ansiosas de conocer un futuro en el que resulten triunfantes. Cuán subestimada era el arte que estaba todos los días en mi cabeza (y más, en mi corazón) pero hoy fue el motivo de muchas, muchas risas.

Ya es mucho alarde y es preferible que la vida siga su rumbo tan amenazadoramente normal, yo con sonrisas disimuladas seguiré gritando por dentro, así me ahorro quedarme sin voz. Me conformaré entonces con lo que estoy sintiendo en este momento, no puedo hacer mucho por el ayer ni por el mañana.


¡Maldita Sea! ¡Soy Tan Feliz!




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