jueves, 24 de diciembre de 2015
24/12/15
En la cuerda floja va, como a lo lejos un murmullo, la valentía de amar a quien ha tanto tiempo ya no es tuyo.
domingo, 4 de octubre de 2015
Como Una Escalera Al Hades
Están rojas las caras de todos. Y la mía clara, esperando llegar a casa. Todos miran abajo y yo me pregunto qué es lo que hay ahí. Labios apretados, cejas compungidas, manos empuñadas, ojos que de lejos parecen cerrados, pero de cerca se puede ver bien que lo que hacen es bajar la mirada. Y allí se quedan atrapados dando patadas con la mente que no se quiere ahogar, esperando que una respiración que no es la suya los deje respirar, esperando que una vida que no es la de ellos los haga vivir. Y de vez en cuando empiezan a subir la mirada, pero casi no logran ver al frente. Es como una escalera al hades.
Así es esto. Como una subida que a punto de ver la luz, se cae. Peldaño por peldaño hacia abajo. Los pies arriba, las entrañas sintiendo el fuego de abajo. Llamas quemando la piel con un calor engañoso, calor aliento que se transforma en ardor constante. Una repitente sensación ardiente de buscar algo en otra mirada y encontrar ojos llenos del fuego del desasosiego. Lo que creí que no podía pasar. Subir y al mismo tiempo bajar.
Yo estoy callada en el medio de todo. Veo uno por uno los gestos. Veo sonrisas gastadas que son sinceras pero están rodeadas de fuego. Y oigo risas que suenan a alegría pero que son color rojo. Y siento que soy todos y no logro ser ninguno, porque siento mi corazón, pero no veo mi cara. Sólo es hasta más tarde, cuando dan frío las lágrimas, que sé que estoy ahí.
Pero hay manos entrelazadas y el silencio no se ha tomado por completo a nadie. Callo pero espero, y trato de quemar con el calor al miedo. Después, entre largos pasillos blancos y entre estas letras rojas, me encuentro, como un extraño mensaje difícil de entender, un guayacán amarillo. En espera de un suspiro que sea suficiente, o un soplo que apague esta caída libre. Mañana seguirá la lucha por subir.
sábado, 26 de septiembre de 2015
Mientras Veo La Luna
Es muy fácil pensar en pensar cuando se está callado. Es fácil ver a alguien en ese estado silencioso de abstracción y suponer inmediatamente que adentro de su cabeza los pensamientos están ahogándose en los ríos que al corazón desembocan. Pero ¿qué pasa con los que hablan? ¡Ah! ¡Ahora sí los confundí! Y es que, a ver ¿qué pasa con quien va por ahí caminando con paso firme, velocidad media y para terminar de ponerle coraje a la cosa, mirada al frente? ¿No piensa?... Me he dado cuenta de lo fácil que es seguir pensando en las heridas de la vida mientras se baila sin coreografías y se ríe con ímpetu. No hay que agachar la cabeza para lamentar un día, y no hay mucha distancia de las mariposas moradas en el estómago, a las mariposas negras en el pecho. (las que golpean vehementemente)
Pero veo esto yéndose a un plano muy profundo, aunque no importa, porque así es. ¡Es justo ahí a donde quiero llegar! A contarle al mundo (bueno, a los pocos que lean estos escritos) que me di cuenta de que se pueden seguir teniendo ganas de comer a toda hora pero sentir deseos de no estar con nadie, seguir abrazando con fuerza para romper los huesos pero estar tranquilo en soledad, seguir cantando felizmente desafinado pero tener ganas de llorar, seguir hablando solo pero no sentirse a gusto, seguir saludando con una sonrisa... Pero repensar las decisiones ya tomadas.
Qué divertida es la vida después de todo, salta y con su salto rebota el corazón. Sigue pasando sin compasión aunque uno se encuentre o se pierda. Y no "se pierda" de perderse en el camino, sino que "se pierda" a uno mismo, se pierda en medio de las peleas del pensar y el sentir, y los fusibles quemados tratando de juntar coherentemente esas dos acciones. A mí me está buscando la conciencia y yo no me he dejado encontrar, me recuerda las conversaciones no habladas, las mentiras no aceptadas (o las aceptadas, más bien), los acuerdos no cumplidos, y aquí sufro en la alegría de divertirme sin ella, y creo que no hay sufrimiento más extrañamente veraz.
Volviendo a probar lo de antes, y las formas desinteresadas, intensas y naturales de escribir. Sólo un pequeño preámbulo para escribirle a la mujer maltratada de mi alma.
martes, 15 de septiembre de 2015
Visitante Inesperado
Para Letras del Mañana
-¡Qué día doloroso! No hay nombre para lo que tengo, no sé qué es. Son ganas de gritar y llorar, como una punzada que sube desde la planta de los pies a la cabeza, llenando todo el cuerpo. Pero no sé cómo llamarlo.
Los pasos casi tengo que darlos más cortos, porque no soporto apoyar mis pies en la tierra que parece no quererme hoy, y desespero por flotar en vez de tocar el suelo. No quiero hacer nada si debo hacerlo con este dolor agudo, repentino y pasajero. Este dolor que no me deja en paz y que vuelve cada vez que creo que ya se va.
Me pongo de pie. Intento enfrentar de nuevo a la vida, pero ahí está, fuerte, esa sensación de no poder seguir que me derrumba y me hace correr más rápido la sangre. ¿Qué es lo que tengo? ¡¿Qué es lo que me está agotando el aliento, la tranquilidad, la vida del día de hoy?!.
Y no sé dónde está la solución. Esta extraña chispa que viene de adentro y borra la sonrisa de mi cara se vuelve más fuerte, más constante y es insoportable para mí, para mi cuerpo herido, mi corazón extrañado y mi mente desesperada. No sé qué hacer para seguir adelante y ahuyentar el dolor, así que tendré que retroceder mis pasos. Vuelvo a casa para descansar, sentarme a respirar y olvidar la profunda herida que no me deja tranquila.-
Dijo la mujer que al llegar a su casa y quitarse los zapatos, encontró dentro de uno de ellos un gancho de grapadora patas arriba.
-¡Qué día doloroso! No hay nombre para lo que tengo, no sé qué es. Son ganas de gritar y llorar, como una punzada que sube desde la planta de los pies a la cabeza, llenando todo el cuerpo. Pero no sé cómo llamarlo.
Los pasos casi tengo que darlos más cortos, porque no soporto apoyar mis pies en la tierra que parece no quererme hoy, y desespero por flotar en vez de tocar el suelo. No quiero hacer nada si debo hacerlo con este dolor agudo, repentino y pasajero. Este dolor que no me deja en paz y que vuelve cada vez que creo que ya se va.
Me pongo de pie. Intento enfrentar de nuevo a la vida, pero ahí está, fuerte, esa sensación de no poder seguir que me derrumba y me hace correr más rápido la sangre. ¿Qué es lo que tengo? ¡¿Qué es lo que me está agotando el aliento, la tranquilidad, la vida del día de hoy?!.
Y no sé dónde está la solución. Esta extraña chispa que viene de adentro y borra la sonrisa de mi cara se vuelve más fuerte, más constante y es insoportable para mí, para mi cuerpo herido, mi corazón extrañado y mi mente desesperada. No sé qué hacer para seguir adelante y ahuyentar el dolor, así que tendré que retroceder mis pasos. Vuelvo a casa para descansar, sentarme a respirar y olvidar la profunda herida que no me deja tranquila.-
Dijo la mujer que al llegar a su casa y quitarse los zapatos, encontró dentro de uno de ellos un gancho de grapadora patas arriba.
martes, 11 de agosto de 2015
Mensaje De Buenas Noches o Papeles Arrugados
Buenas noches. Esta noche espero que te trate bien, que te haga levantarte tranquilo. Esta noche casi no me hablas, y no me escuchas, pero deseo que sonrías cuando te despiertes y te dure la sonrisa todo el día entre música, calles y teatro. Te abrazo, muy de lejos, y si soy sincera, no sé si el abrazo alcanza a llegarte, por eso lo mando con unos cuantos besos, para que sean la esperanza de en la noche tocarte. En noches como esta en que no te toco, ni te veo, ni te hablo.
Feliz noche enlagrimada. Por encima de los ojos lluviosos te digo que te quiero. Fingiendo la voz que no llora, aún cuando sé que la conoces. Te vi cuando pasé por el lado de la vida, dentro de mi vida mientras yo me movía por los lados. Fuera de ella, fuera de ti. Te vi hoy en la tarde y te veías contento, te veías tranquilo mientras te reías con otra gente, mientras saludabas de una manera tan distinta de la que me saludas a mí. Pensé que a la vida le debe bastar con tu sonrisa para seguir viviendo, como a mí me ha pasado tantas veces, así como pasa cuando estás lejos, tan lejos que no puedo sentirte pero sí alcanzo a verte, y te veo feliz.
Linda noche. A veces quisiera hablarte más. Pero mis silencios se hacen cada vez más grandes y callo lo que quizá quieras oír, lo sé. Perdón por eso, aunque digas que no tenga que pedirlo, aunque digas que comprendes y que es normal. Por esperar tus manos ansiosa y voltear la cabeza cuando ellas se abren. Pero la noche después de la despedida es la que calla conmigo, como reprochándome mi falta de palabras cuando dentro de la distracción me dejo caer.
Buena noche. A veces quisiera que me hablaras más. Pero tus silencios se hacen cada vez más normales, y ya no sé si tienes adentro lo que yo quiero oír. Pero no pidas perdón por eso, aunque yo te diga que es lo que quiero, aunque yo te haga tambalear; porque si tú también quisieras, no habría nada que pedir. Háblame en sonidos de cariño, que eso quisiera yo, por más de dos o tres noches, mándame a dormir con palabras suaves. Envuélveme el amor en unas cuantas palabras por unas cuantas noches seguidas, y prometo no volverte a molestar más.
Que descanses. Un beso puede decirlo todo. Podemos besarnos sin dejarnos terminar de hablar. Y la oscuridad puede encargarse perfectamente de que ningún "hasta mañana" quede sin ser dicho y que ningún rincón quede sin ser deseado. Pero, aún amándote, se me nubla la cabeza. Ahora sólo puedo despedirme. Así que, que descanses. Hoy al dormir voy a abrazar al aire.
Buenas noches. No aguanto respirar cuando la respiración se acelera tanto. Tras días como este, no soporto estar acostada ni sentarme, no soporto ver a nadie ni estar sola. Tengo rabia. Rabia, y a veces lloro encima de ella. Me provoca aplastar y volver pequeñas mis esperanzas, las que aún no están ya así en el suelo. Me pregunto mucho quién soy ahora en esta historia, a qué suena mi nombre que no es a lo mismo que un día fue. Tal vez sea yo la que se busque esto, porque sigo corriendo detrás de lo que ya se fue. Pero no, no hay que hacer tales cosas conmigo, no es un esfuerzo tan esforzado tratarme con algo de delicadeza (cuando sé bien que sí puedes), sin estar cortando mis palabras en el aire, sin estarme dejando parada hablando sola, sin dejar subir al cielo promesas que se van a quedar en la tierra. Será que mis pasos esta vez se quedaron tan atrás que ni corriendo alcanzaba, y así acabé siendo La De Antes, nombre que ya no le sirve a mis sueños.
Que tengas una bonita noche. Me has hecho pasar el rato más feliz hoy, flotando en la tranquilidad de las historias de nada y cocinando el brillo que tienen los ojos de los dos esta noche. Descansa, te amo. No me preguntes por qué me río... O sí, pregúntame para reírme más y al final responderte que no sé cómo cogerte con mis brazos y alcanzarte todo para cubrir este amor que le diste al aire. Por momentos como este me enfrento al mundo entero, me tapo los oídos, cierro los ojos y me acerco a ti. Y voy a dormir a tu lado, te hayas quedado o no, porque estos pocos minutos, esta corta hora le valió más la pena a la vida que otras veinticuatro sin ti. Te quiero besar, pero pídeme que lo haga, para alargar el tiempo viéndote antes de hacerlo, luego besarte y luego volverte a ver.. Y dejarnos ir a dormir.
Buenas noches. Hoy la noche es mía. No estás para despedirme, pero voy mandarte en un susurro una sonrisa, es suficiente. Ya dormiré a ver si te encuentro en sueños y ahí estés cerca y me digas cosas bonitas. Que ahí pueda seguir viéndote como cuando te sueño despierta, una forma de tu cara por segundo que pasa, un sonido de tu risa por minuto que transcurre; pero ahora vas a estar cerca sintiendo lo mismo, no con la lejanía con la que nos hemos familiarizado tanto. Vas a volver a ser mío en el sueño, y voy a dejar, mientras me despierto, de perderte tanto.
Buenas noches. Tú dormirás ya y sólo me despido, porque sé que yo todavía no lo haré. Me quedaré un largo rato más despierta y posiblemente no haga nada interesante. Y puede ser que unos minutos antes de morir, te dedique unos cuantos versos. Escribiéndote, pensando si me escribes. Y mañana te salude como si nada, como si no se hubiera ahogado la madrugada en tu nombre escrito en gotas de agua.
Chau, descansa. Estoy insegura ¿sabes? Tengo otra vez miedo. Por eso la seriedad, por eso parezco irme. Y tal vez sea por eso que parece que te vas. O tal vez no, tal vez tu razón sea otra, y es eso lo que me tiene con miedo. Porque voy de una historia a otra suponiendo tus razones, como saltando de piedra en piedra. Trato de estar por un día en tu mente y saber qué piensas, cómo me quieres, qué me dirías, qué dices de mí. Y termino siendo una niña pequeña con miedo a hablar de más porque no sabe qué es eso de las respuestas, y le teme a lo que no conoce. Cuentan que vienen con amor las respuestas, pero qué hago si en vez de eso vienen con rechazo. Mejor entonces no hacer la pregunta, aunque me muera de ganas. Eso es lo que me pasa, hermoso mío, que el cuerpo en forma perfecta de miedo no me deja acercarme más. Y podría jurarte, con la mano izquierda en el corazón, que se me va el alma en las ganas de acariciarte con mis palabras, que quiero regalarte corazones azules pintados en un pedazo de papel arrugado; pero me muero de miedo después de morirme de ganas. Y todo acaba ahí. Dime que soy una cobarde si así lo piensas, porque yo estoy enfrentándome a pensar lo mismo, porque conozco la valentía, y esto no lo es. El temor ha pisado el freno de todos mis impulsos.
Finalmente no sé cómo decirlo, borro todo y...
Feliz noche. Que descanses.
11 agosto 2015. 2:15 a.m.
miércoles, 29 de julio de 2015
Diálogos Con La Ventana XII
Hoy estoy sentada desde lejos. La mirada perdida en quién sabe qué que ni siquiera estoy mirando, porque mis ojos ven hacia adentro, como tratando de entender cómo es que funcionan las cosas allá, como se mueve el corazón para hacer sentir, cómo corre la sangre para quemar. Pero cómo hacen las dudas para entrar, eso me lo pregunto sobre todo lo demás, cómo hacen ellas para correr tan fuertemente por las venas, meterse al cerebro y no darle permiso de hacer tantas cosas que quiere hacer, tantos instintos que quiere ordenar. Porque no creo que nazcan allí ¿qué dices tú? Algo las hace, entran directo por la herida que algo causó.
Tras la breve lección de anatomía, sigo preguntándome, querida ventana, si son ellas ese ruido que suena tan fuerte y está a punto de aturdir. Ahí afuera están. Tal vez estén buscando los restos que dejaron aquí una vez, quieran venir a rescatarlos o reavivarlos. Se dieron cuenta de que la sinceridad ya sí es un problema. No les vamos a abrir la puerta. Por favor sosténla bien. No dejes que entren por encima, por debajo, ellas vienen sólo a causar dolor, y dolor no queremos por aquí, no más. Echa dos o tres seguros... No, cuatro no. Así serán suficientes. Esperemos que lo sean.
Pero si eso no funciona, no sé qué es lo que hay que hacer. De verdad. Las estoy viendo empujar y sólo se me ocurre gritarles, pero nadie puede escuchar. No sé cómo tener tantas manos como ellas, no sé cómo cerrar los oídos a lo que me están diciendo. Recuerda que las cosas con el tiempo se pueden hacer más fuertes, o aflojarse hasta estar a punto de caer. Ya ves cómo se han aflojado muchas por aquí, míralas pendiendo de un suspiro que no he querido dar.
No sabré qué hacer ¡pero escúchame! ¡no les vamos a abrir la puerta! no van a estar aquí adentro sin haber dado la pelea. Sostente fuerte que vienen más y no nos tienen que ver débiles. Me van a ver llena de vida, de firmeza y de pasión. Más grande que todas juntas. Esas dudas parecen decididas a empujar también, están saltando al balcón, están llamando de cada lado, están cerca de la entrada ya, y creo que se acercan a mi cabeza.
No... ¡No!
Ya, ya. No es tu culpa. No éramos las más fuertes nosotras dos.
domingo, 19 de julio de 2015
MeMoría
Para Letras del Mañana.
Vino la noche y me ofreció calor, juegos, sueños y éxtasis de amor. Me dijo que nos perdiéramos en besos de medianoche. Y yo me moría por hacerlo, pero me acordaba de otras noches.
Vinieron unas manos y me ofrecieron confianza, cuentos y caricias y noches de danza. Me dijeron que juntáramos los espacios vanos. Y yo me moría por hacerlo, pero me acordaba de otras manos.
Vino la madrugada y me ofreció pasarla en vela, recuerdos, risas, arrugar la tela. Me dijo que la pasáramos juntas, despeinadas. Y yo me moría por hacerlo, pero me acordaba de otras madrugadas.
Vinieron unos ojos y me ofrecieron largas miradas, brillo, palabras y promesas agitadas. Me dijeron que cumpliéramos todos mis antojos. Y yo me moría por hacerlo, pero me acordaba de otros ojos.
Vino una carta y me ofreció poetas, citas, visitas y tinta violeta. Me dijo que nos acercáramos a lo que hoy se aparta. Y yo me moría por hacerlo, pero me acordaba de otras cartas.
Vino una palabra y me ofreció la calma, gritos, pataleos y una nueva alma. Me dijo que nos fuéramos al camino que la felicidad labra. Y yo me moría por hacerlo, pero me acordaba de otras palabras.
Amiga querida, he decidido llamarla. A la que vive conmigo y se toma mi alma. Vive soñando en pasado, viviendo los minutos en recuerdos gratos, recuerdos que de cuerdos no tienen nada, pero que son la vida, la risa, la tranquilidad... La calma. Memoria que juega entre cables rotos, luces apagadas y rincones remotos. Me quedo sentada pensando con ella, recordando el sonido de risa que le da a los truenos y las estrellas. Entonces aquí quedo y quedo esperando. Heme aquí mientras siento que me voy alejando. Porque vino la vida y me ofreció un momento, un suspiro, una noche y un amor eterno. Me dijo la vida que nos fuéramos a vivirla. Y yo me moría por hacerlo, pero la memoria me obligaba a revivirla, me obligaba la memoria a detenerme en seco.
Vino la noche y me ofreció calor, juegos, sueños y éxtasis de amor. Me dijo que nos perdiéramos en besos de medianoche. Y yo me moría por hacerlo, pero me acordaba de otras noches.
Vinieron unas manos y me ofrecieron confianza, cuentos y caricias y noches de danza. Me dijeron que juntáramos los espacios vanos. Y yo me moría por hacerlo, pero me acordaba de otras manos.
Vino la madrugada y me ofreció pasarla en vela, recuerdos, risas, arrugar la tela. Me dijo que la pasáramos juntas, despeinadas. Y yo me moría por hacerlo, pero me acordaba de otras madrugadas.
Vinieron unos ojos y me ofrecieron largas miradas, brillo, palabras y promesas agitadas. Me dijeron que cumpliéramos todos mis antojos. Y yo me moría por hacerlo, pero me acordaba de otros ojos.
Vino una carta y me ofreció poetas, citas, visitas y tinta violeta. Me dijo que nos acercáramos a lo que hoy se aparta. Y yo me moría por hacerlo, pero me acordaba de otras cartas.
Vino una palabra y me ofreció la calma, gritos, pataleos y una nueva alma. Me dijo que nos fuéramos al camino que la felicidad labra. Y yo me moría por hacerlo, pero me acordaba de otras palabras.
Amiga querida, he decidido llamarla. A la que vive conmigo y se toma mi alma. Vive soñando en pasado, viviendo los minutos en recuerdos gratos, recuerdos que de cuerdos no tienen nada, pero que son la vida, la risa, la tranquilidad... La calma. Memoria que juega entre cables rotos, luces apagadas y rincones remotos. Me quedo sentada pensando con ella, recordando el sonido de risa que le da a los truenos y las estrellas. Entonces aquí quedo y quedo esperando. Heme aquí mientras siento que me voy alejando. Porque vino la vida y me ofreció un momento, un suspiro, una noche y un amor eterno. Me dijo la vida que nos fuéramos a vivirla. Y yo me moría por hacerlo, pero la memoria me obligaba a revivirla, me obligaba la memoria a detenerme en seco.
Soneto Azul
Este escrito hace parte de Letras del Mañana, un proyecto que inicié con cuatro grandes amigos y que se trata de proponer un tema distinto por semana para hacer cualquier tipo de composición o escrito sobre este. Entonces sin más preámbulos, he aquí el primero:
SONETO AZUL
No se ha visto cosa más sofocante
que los rayos de sol de estos días
llenos de irónicas nubes sombrías
y tantas horas de calor constante.
Ya las gotas el cielo abandonaron
y viene en viento caliente la ausencia.
Ya las fuerzas de a poco se quemaron
y pide la piel caliente clemencia.
Soledad asoleada en camelos
que vuelven sonrisa el dolor interno.
Y si de algo sirviesen los desvelos,
confieso yo mi pensamiento eterno.
Que, sobre todos mis otros anhelos,
prefiero vivir los días de invierno.
SONETO AZUL
No se ha visto cosa más sofocante
que los rayos de sol de estos días
llenos de irónicas nubes sombrías
y tantas horas de calor constante.
Ya las gotas el cielo abandonaron
y viene en viento caliente la ausencia.
Ya las fuerzas de a poco se quemaron
y pide la piel caliente clemencia.
Soledad asoleada en camelos
que vuelven sonrisa el dolor interno.
Y si de algo sirviesen los desvelos,
confieso yo mi pensamiento eterno.
Que, sobre todos mis otros anhelos,
prefiero vivir los días de invierno.
jueves, 9 de julio de 2015
Hay Algo Que No Me Deja Dormir
Hay algo que no me deja dormir y es como un río que se va desbordando, una fuerza que me va atrapando para ser más fuerte que yo. Más fuerte que yo, como yo misma pensé que podía ser, pero esta noche no.
Hay algo que no me deja dormir y parece estar golpeando, llegando a la puerta otra vez. No es el calor, el ruido afuera, no es el ocio, ni el dolor de cabeza. Es como una ausencia, tan presente que se queda y no se va, aunque parezca que pudiera morir, pero es tan grande que no me deja dormir.
Esta noche sola recuerdo versos que no me han gustado, leo cuentos que no he apreciado y canto canciones que me han encantado. Todo mientras no duermo y voy dando vueltas en la cama imitando a mi cabeza.
Hay algo que no me deja dormir y pelea con mis deseos. No entiende de conteos, pies fríos o vasos de agua. Y no, no es la costumbre de dar la bienvenida a la madrugada, más bien quisiera dejarla un tiempo, olvidarme de a qué huele y cómo saluda; ponerme a soñar para poderme mejor sentir. Pero es que hay algo, hay algo que no me deja dormir.
Alguna palabra debería ser. Una sola debería describir este tratar cerrar los ojos y no poder, este querer y no querer. Esta ausencia desnuda que busca con qué cubrirse, una ausencia de años y minutos recientes, de daños y mares crecientes. Una palabra que lo diga, qué es lo que me pasa, una para esta alma frustrada...
"Caríñame". Debe ser esa la palabra buscada.
8 julio 2015
Hay algo que no me deja dormir y parece estar golpeando, llegando a la puerta otra vez. No es el calor, el ruido afuera, no es el ocio, ni el dolor de cabeza. Es como una ausencia, tan presente que se queda y no se va, aunque parezca que pudiera morir, pero es tan grande que no me deja dormir.
Esta noche sola recuerdo versos que no me han gustado, leo cuentos que no he apreciado y canto canciones que me han encantado. Todo mientras no duermo y voy dando vueltas en la cama imitando a mi cabeza.
Hay algo que no me deja dormir y pelea con mis deseos. No entiende de conteos, pies fríos o vasos de agua. Y no, no es la costumbre de dar la bienvenida a la madrugada, más bien quisiera dejarla un tiempo, olvidarme de a qué huele y cómo saluda; ponerme a soñar para poderme mejor sentir. Pero es que hay algo, hay algo que no me deja dormir.
Alguna palabra debería ser. Una sola debería describir este tratar cerrar los ojos y no poder, este querer y no querer. Esta ausencia desnuda que busca con qué cubrirse, una ausencia de años y minutos recientes, de daños y mares crecientes. Una palabra que lo diga, qué es lo que me pasa, una para esta alma frustrada...
"Caríñame". Debe ser esa la palabra buscada.
8 julio 2015
martes, 12 de mayo de 2015
Diálogos Con La Ventana XI
Taparla. Quisiera tapar el alma, o con un borrador borrarla, o dibujarle una mancha encima y que no se vea. O que sólo pueda vérsele ese lado hermoso, y no ese en el que se puede convertir. Recogerla, coger sus piezas asesinadas por la vida y evitarle la humillación de andar tambaleándose por ahí. O esconderle al cuerpo el secreto de que está andando sin equipaje.
La quiero hacer moverse, la quiero hacer girar pero sin que sufra de retorcijones que le duelen tanto, quiero pintarla de azul pero siguen resbalándosele sin efecto los pinceles de mis huellas, quiero cantarle una canción alegre pero sólo salen tristes. Quiero atajarla cuando corre a donde no sabe que hay precipicios. O al menos hacerla gritar que los espacios de calma en ella no han sido cerrados, que de pronto fue solo que un viento fuerte empujó la puerta y quedó trabada, pero no con seguro echado.
Pobre alma que empieza a levantar vuelo fuera de mi cuerpo y no quiere, y yo no quiero, pero estas noches se la llevan, como aprovechando que estoy dormida y que tal vez no siento, haciéndome amanecer con un pedazo menos de alma y un pedazo más de vacío.
Me está quedando un espacio negro, y un bicho de confusión me muerde los bordes, las esquinas débiles se van doblando como mi cuerpo se va contrayendo y queda encogido en este sofá, sin alma que explique qué es lo que lleva adentro. Crispados los dedos que usé para taparla y que cuando se quitaron, se dieron cuenta de que ya no estaba más ahí.
lunes, 16 de marzo de 2015
Fusión De Simples Descripciones Imposibles
“Algún día
te escribiré un poema que no mencione el aire ni la noche;
un poema que omita los nombres de las flores, que no tenga jazmines o magnolias.
Algún día te escribiré un poema sin pájaros ni fuentes, un poema que eluda el mar
y que no mire a las estrellas.
Algún día te escribiré un poema que se limite a pasar los dedos por tu piel
y que convierta en palabras tu mirada.
Sin comparaciones, sin metáforas, algún día escribiré un poema que huela a ti,
un poema con el ritmo de tus pulsaciones, con la intensidad estrujada de tu abrazo.
Algún día te escribiré un poema, el canto de mi dicha.”
un poema que omita los nombres de las flores, que no tenga jazmines o magnolias.
Algún día te escribiré un poema sin pájaros ni fuentes, un poema que eluda el mar
y que no mire a las estrellas.
Algún día te escribiré un poema que se limite a pasar los dedos por tu piel
y que convierta en palabras tu mirada.
Sin comparaciones, sin metáforas, algún día escribiré un poema que huela a ti,
un poema con el ritmo de tus pulsaciones, con la intensidad estrujada de tu abrazo.
Algún día te escribiré un poema, el canto de mi dicha.”
Poemas de
amor 4 de Darío Jaramillo
Quisiera echar tu perfume al viento. Te pensaré en un poema y
escribiré tu cara para ver si puedo ir acercándome a describir tu olor, pasando
por tu piel pero corriendo el riesgo de perder las caricias. Tengo que
prestarle a mis palabras las largas noches de ensueño que pasé envuelta en una
sábana con aroma a ti, tengo que desorganizar mis recuerdos de tardes claras,
descomponer los abrazos de esos días; todo para escribir a qué hueles, para
escribir que puedo seguir escribiéndote aunque la vida nos traicione y nos dé
vueltas. Extenderé mis manos llenas de infinita memoria y entregaré todo lo que
en ellas haya a mis palabras. Tal vez me diga que es algo fácil mientras
adentro grite cuán difícil. Total, ya no soy yo la que habita mi cuerpo.
Pensaré por mucho rato, seguramente, tanto como en el que pierdo
mi ser entero pensándo-té. Me quedaré tan tranquila, tan sentada, tan sostenida
de cadenas que suenan a nocturnos, tan gratamente en este encierro, si un día fue
tu amor el que me hizo libre y morí de ansias de libertad. Tu olor quedará
escrito en papeles felices, así como lo leí yo escrito en algodón, sin vista,
sin gusto y sin tacto; intacto como el rastro de un ladrón.
Y todo estará listo, y tal vez llegues tarde y entonces no toques
la puerta y te vayas creyendo que me fui. Y yo estaré adentro, tan paciente, esperando
a que llegues para que llenes todos los rincones de mi casa de tu olor, todos
los rincones de mi cuerpo que se muere de tu amor.jueves, 19 de febrero de 2015
Tú Estás
Quisiera estar en los brazos de otro día, un día que no me obligue a hablar o a verme en un reflejo, o a caminar por ahí sin más rumbo que el de las hojas de un árbol viejo. Qué afán, que ansia ¡qué mudez! Estoy sin palabras otra vez... Otra vez.
Y ella, ella tiene la culpa. Culpable y bienvenida, porque no puedo dejarla y más pasan los días y más la amarro a mí... Olvidándome, y con ganas, de cómo deshacer un nudo.
Memoria mía, mía memoria; ese vicio tuyo de llegar cuando se va lo querido y disfrazarte de sombras conocidas en las noches me pesa en los ojos. Pesas más que mis olvidos y que las canciones que te consuelan.
En la sala bajaron las luces, y el piano no ha dejado de sonar. Amiga memoria, tú estás enamorada... ¿Me puedo sentar?
19 febrero 2015
Y ella, ella tiene la culpa. Culpable y bienvenida, porque no puedo dejarla y más pasan los días y más la amarro a mí... Olvidándome, y con ganas, de cómo deshacer un nudo.
Memoria mía, mía memoria; ese vicio tuyo de llegar cuando se va lo querido y disfrazarte de sombras conocidas en las noches me pesa en los ojos. Pesas más que mis olvidos y que las canciones que te consuelan.
En la sala bajaron las luces, y el piano no ha dejado de sonar. Amiga memoria, tú estás enamorada... ¿Me puedo sentar?
19 febrero 2015
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