domingo, 19 de julio de 2015

MeMoría

Para Letras del Mañana.


Vino la noche y me ofreció calor, juegos, sueños y éxtasis de amor. Me dijo que nos perdiéramos en besos de medianoche. Y yo me moría por hacerlo, pero me acordaba de otras noches.

Vinieron unas manos y me ofrecieron confianza, cuentos y caricias y noches de danza. Me dijeron que juntáramos los espacios vanos. Y yo me moría por hacerlo, pero me acordaba de otras manos. 

Vino la madrugada y me ofreció pasarla en vela, recuerdos, risas, arrugar la tela. Me dijo que la pasáramos juntas, despeinadas. Y yo me moría por hacerlo, pero me acordaba de otras madrugadas.

Vinieron unos ojos y me ofrecieron largas miradas, brillo, palabras y promesas agitadas. Me dijeron que cumpliéramos todos mis antojos. Y yo me moría por hacerlo, pero me acordaba de otros ojos.

Vino una carta y me ofreció poetas, citas, visitas y tinta violeta. Me dijo que nos acercáramos a lo que hoy se aparta. Y yo me moría por hacerlo, pero me acordaba de otras cartas.

Vino una palabra y me ofreció la calma, gritos, pataleos y una nueva alma. Me dijo que nos fuéramos al camino que la felicidad labra. Y yo me moría por hacerlo, pero me acordaba de otras palabras.

Amiga querida, he decidido llamarla. A la que vive conmigo y se toma mi alma. Vive soñando en pasado, viviendo los minutos en recuerdos gratos, recuerdos que de cuerdos no tienen nada, pero que son la vida, la risa, la tranquilidad... La calma. Memoria que juega entre cables rotos, luces apagadas y rincones remotos. Me quedo sentada pensando con ella, recordando el sonido de risa que le da a los truenos y las estrellas. Entonces aquí quedo y quedo esperando. Heme aquí mientras siento que me voy alejando. Porque vino la vida y me ofreció un momento, un suspiro, una noche y un amor eterno. Me dijo la vida que nos fuéramos a vivirla. Y yo me moría por hacerlo, pero la memoria me obligaba a revivirla, me obligaba la memoria a detenerme en seco.




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