De manos ajadas, de versos robados y notas escondidas. De agua desvelada y piel desprevenida. De sonidos desiguales, de verdes y amarillos, de quietud con olor a libro nuevo.
Una tarde preguntona que cansada descansa. Que se oscurece en buenas letras. Una tarde como una rima perfecta para escribir sobre lo escrito. Una tarde de papel y lápiz, de palo y hoja. De olvido para olvidar y tener presente. De música en la mente. Una tarde de madrugada.
Filosófica, libre y risueña y despejada.
Con perfecta compañía, miradas entre miradas y palabras no dichas. Con ojos que buscan la forma del cielo y secretos corriendo en el aire. Con horas enredadas en minutos.
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