Anejado un momento estático en la mitad del tiempo, en los
días a los que les sobran horas, horas que pesan, y los días que deberían durar
un rato más; yo río y sonrío, yo sostengo en las manos no sólo suspiros
disfrazados, sino la vida que sigue siendo mía, y que no puede ser de otro
corazón.
Tal vez la madrugada traiga palabras que expliquen mejor la
cualidad cambiante de mi cara, la tranquilidad que a veces flota, el
desasosiego y la indeseada repetición que se convirtió ya en sentimiento. Tal
vez se estremezca mi interior de una manera diferente. Si difícil es entender,
cuán difícil explicar, encontrar las respuestas apegadas a sus viejas
costumbres y hallarlas solitaria, porque solitarias son. No entiendo. Me preocupo.
Me siento, fuera y dentro. Me siento y me siento, qué pena…
Miedo, deslizándose en las lágrimas más lentas y calladas.
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