Va haciéndose más fuerte, la irascible e incontenible
necesidad de escribir, más ahora que mis sentimientos están afanados, que el atropello
los acosa y asfixia, cuando ni siquiera tuve tiempo de terminar lo que he sido
en estos días. Hago letras de la intensa emoción en una carta sin destinatario,
en otro escrito más que intenta y no sabe si falla o acierta, pero intentando
sigo, en medio de asuntos que no dan tiempo a la mente, porque a mi mente
ahora, inundada de un solo pensamiento inmenso, la desvían del camino y no la
dejan pensar. Es ése el peso que llevo a cuestas, que se agota el tiempo rehaciendo
los dulces instantes perdidos en palabras, que este ahora tiene mucho por delante y a ese tanto le temo, temo a que se disipen en el los sentimientos que
tendré lejos, le temo a todo lo que no haré.
Mis pasos, como mis riesgos, se hacen cortos, mis minutos
son pocos; todo lo que en mi mente escribo y en mi corazón nervioso siento se hace
más grande, líos convertidos en bríos. Sólo espero no me tome la
impredecibilidad por sorpresa, porque quiero esperar, aún con mis piernas que
tiemblan y mi respiración que tiene que aprender a respirar, quiero luchar y
pararme en vez de estar sentada, pero ahora el tiempo apresura mis acciones,
entonces espero, espero que la espera es lo único que hoy me queda; aunque me asuste,
me estremezca y me amedrente.
Supongo que hay tiempo para un suspiro más.