No hay que parecerse a nadie para conquistar el mundo.El viaje que estoy haciendo tiene como destino el infinito, a medida que avanza el trayecto me asombra cuán ambiciosa puede ser alma y cuánta felicidad esto le produce al cuerpo en su totalidad.
Soy afanosa porque me perturba la idea de que tal vez no tenga el tiempo para notar todas y cada una de las estrellas de mi firmamento personal pero luego me despreocupo, en definitiva inventaré más paranoias que me den algo en qué pensar sin esfuerzo...
Y soy lo que soy, no tengo nada que esconder,me acostumbré a la franqueza sin siquiera percatarme y mis cicatrices, aquéllas que reflejan mi pasado declaran al mundo que reír es la forma más viable de llegar a la libertad que todos, concientes o no, quieren conocer.Por esto cuando logre una sonrisa que se contagie a toda la humanidad ese será el momento en que mi labor esté hecha.
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