Quisiera estar en los brazos de otro día, un día que no me obligue a hablar o a verme en un reflejo, o a caminar por ahí sin más rumbo que el de las hojas de un árbol viejo. Qué afán, que ansia ¡qué mudez! Estoy sin palabras otra vez... Otra vez.
Y ella, ella tiene la culpa. Culpable y bienvenida, porque no puedo dejarla y más pasan los días y más la amarro a mí... Olvidándome, y con ganas, de cómo deshacer un nudo.
Memoria mía, mía memoria; ese vicio tuyo de llegar cuando se va lo querido y disfrazarte de sombras conocidas en las noches me pesa en los ojos. Pesas más que mis olvidos y que las canciones que te consuelan.
En la sala bajaron las luces, y el piano no ha dejado de sonar. Amiga memoria, tú estás enamorada... ¿Me puedo sentar?
19 febrero 2015